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PROPUESTAS 

                                                                                                                                                                        
Poesía Corona del Sur

Colección Azul y Tierra

Málaga, 1985


 

“[…] Aunque el lazo de la angustia ante los poemas de Rafael Alcalá, no es la suya una postura existencial -con las connotaciones filosóficas del término-, sino vital: “No mana virulencia de mi boca; dolor sí”. Por eso, “la vívida flor de la palabra” se le revela “frente a la mar”, símbolo preferido del poeta, en torno al cual realiza su trabajo de introspección para llegar a “las profundidades claroscuras de la vida”. El resultado es la fijación de la belleza en signo verbal. Desde esta premisa son tratados todos los temas.

[…] La metáfora sugerente, no brusca ni deslumbrante, sirve de vehículo al ritmo fluyente de los poemas de Rafael Alcalá. Junto a ella, el coloquialismo nos aproxima sus versos confidencialmente al corazón con ternura, delicadeza y claridad: “es más poderosa/ la luz que el monumento”. Apóstrofes, encabalgamientos, ironía, aliteraciones, epítetos, son otros recursos que, siempre en tono intimista, tejen el tapiz de sus poemas. […]”.

Fragmento de: “Propuestas”, de Rafael Alcalá, de Manuel Díaz. Diario Sur. Málaga, 8 de febrero de 1986.

 

 

 

AHONDAR HASTA EN LA PIEDRA

 

 

Es preciso ahondar hasta en la piedra;

extraerle el corazón, cercenarlo,

ocultar las órbitas entre sus cascos,

escudriñando palmo a palmo, nervio

a nervio. Averiguar la fenda

por la que palpar los retumbos

de su aflicción, para mostrar -apenas-

un corpúsculo de la Rosa, u otra

incógnita flor -ha de ser flor- que,

como ella, sea Reina incuestionable.

 

 

 

7 DE LA TARDE

 

 

En el retablo del crepúsculo

tu cuerpo y el mío han prendido

los velones de la carne.

Oigo el salmo del mar, aspiro

su olíbano de algas.

Quisiera ofrecerle un lirio a Dios…

¡No puedo!

Soy un pe(s)cador de la belleza.

 

 

 

EL PROBLEMA

 

 

Es irresoluble: su raíz comienza

con el esguince doloroso de la vida;

hecho, por tanto, a nuestra imagen

y semejanza. Si se le da alcance,

otro de mayor envergadura lo releva,

y, cuando faltos de energía

se abandona su búsqueda,

la muerte lo resuelve

con dudoso resultado.

 

 

 

LA VICTORIA

 

 

Al principio fue como un juego infantil: dominó

la cota 522, tal como le fue ordenado.

Después, recibió órdenes más precisas:

“Destruya el pueblo, la región, el país, el continente,

el mundo entero”.

Al hombre, enfebrecido, se le reventó el termómetro

de la razón: siguió destruyendo todo lo que era capaz

de destruir (para eso fue ejercitado durante miles de

generaciones).

Cuando al finalizar su obra, con tesón y talento,

se dio cuenta de que sólo quedaban él y sus soldados,

y al percatarse de que no había nada más que exterminar,

asesinó a éstos por la espalda, y gritó, emocionado:

¡VICTORIA!

Pero ella estaba inconsciente. Sin sentido.

 

 

 

PUENTE DE LA AURORA                                                                           

                  

Poesía Corona del Sur

Colección Mar de Alborán

Málaga, 1987

 

“[…] “Puente de la Aurora” evoca y ensalza, en su título mismo, el ajado puente malagueño sobre el Guadalmedina […] Al hilo del símbolo, Rafael Alcalá, construye su propio edificio interior, que, por ende, trasluce los infortunios, trasiegos y veleidades de la piedra y los habitantes que conforman la estructura del puente.

“Puente de la Aurora” y Rafael crean esa relación única de la criatura con su engendro, una relación de identificación y proclamación de interioridades. El vocativo de algunos versos el monólogo interior del poeta ante el manifiesto que observan sus ojos.

[…] Situado en un medio urbano, el libro de Alcalá persigue en el espíritu ser un continuador de esa grata tradición, partiendo de un puente de ciudad -no simple, como ya se ha indicado-, siempre un lugar de paso o de unión. Disquisiciones sobre el tiempo, la ternura, la pérdida de la inocencia, la mujer… comprenden la sustancia de los poemas, pero no toda. Desde otra perspectiva, observamos la necesidad de precisar un nuevo punto de vista: el paisaje urbano per se. No en balde el objeto del que se parte es el puente y este también es paisaje externo del mundo del poeta.

[…] En las páginas de “Puente de la Aurora” se agita, de un modo expreso, un hombre. Y esa agitación -que es signo de vida- hace constantes guiños al pasado, al recuerdo, al tiempo que fue, bajo un prisma desalentador que lo enmarca y distorsiona.

[…] El cuidado de Rafael Alcalá por la forma debe ser destacado sobremanera, porque en la actualidad a cualquier cosa se le llama poesía, y hay mucho engendro suelto que desprecia el lenguaje con la solemnidad del analfabeto y con la impronta de la soberbia literaria. El cuidado en las formas es virtud de agradecer en una época que va perdiendo el norte lingüístico ante los experimentalismos descafeinados”.

Fragmento de “Puente de la Aurora”, de Rafael Alcalá, de Francisco Morales Lomas. Sur Cultural. Málaga, 9 de enero de 1988.

 

 

 

Las visiones se empañan con el vaho

que pronuncian los gestos distanciados.

La laxitud, a solas, del cansancio,

te hielan los contornos que un día te ciñeron.

Y el esfuerzo, a tientas, del camino,

oscurece la huella desprendida.

 

Mas esperas que raye lenta Aurora

sobre el Puente (será prieta la noche),

y se enciendan fulgentes los resquicios

donde exhalan potencias los misterios.

 

 

 

o - o

 

 

Se licúa la pulpa en sazón del recuerdo:

su hez absorbe la esponja del olvido

hacia insondables rutas.

 

Aquí, no.

 

Aquí, el tiempo se recoge entre temblores

de aceras y pretiles,

trajines de voces, de ruedas. Y,

el viento de terral, por las márgenes del río

anda contando:

que se han quedado las ojeras de la luna

en los toscos desvanes de las casas.

 

 

 

o – o

 

 

No. No hubo otro marzo que la lluvia

trazando los cuadrantes de tu boca.

Ni más huida que el hueco del silencio

herido por el filo de la angustia.

 

Por no haber,

no hubo ni maleza a voces que sesgar.

Pues ahora que en el lecho del hábito

me aquieto, he de decirte:

la mar toda prendió al filo de tu cuerpo,

cansada de admirar las rosas del crepúsculo.

 

 

 

o – o

 

 

Se sienta exangüe en la doblez del tiempo.

Y deletrea despacio sintagmas

del ocaso.

Ahora que el impulso y la razón

se desligan

por la acidez quebrada de la carne.

 

Y todavía cree que un vino desaliña

la aspereza del miedo.

Y todavía ignora que el otro yo entrañable

le pudo.

 

Pero en la noche lo rescato de entre olivos.

En la mar lo aposento.

Luego impregno sus ropas con flameantes versos,

para que no tirite por la cimbra

de la nada.

 

 


ASTROLABIO DE FONDOS                                                                               

                       

Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce

Edición de Ángel Caffarena

Málaga, 1988

 

Astrolabio de fondos”, tercer libro de Rafael Alcalá, nos invita a adentrarnos en un mundo submarino y fantástico, en un mar desconocido en el que se viaja incesantemente hacia la verdad del poeta. Ya desde su título, el libro ofrece la visión cósmica y misteriosa de las profundidades marinas. Y la misma cita de Cousteau que abre el libro muestra tal mundo alucinado: la vida bajo el mar, pero un mar que pertenece a lo ignoto y a lo infinito.

El poeta, partiendo siempre de su propio interior, nos muestra un mundo que se mueve entre realidad e irrealidad, movimiento y estatismo, luz y penumbra, contrastes que resultan claves en este libro de poemas y que dan lugar a la contemplación serena -a la que contribuye el ritmo regular de los versos- y a la sorpresa frente a la nueva realidad cósmica. Es esta, pues, una poética de contemplaciones, donde el itinerario poético se equilibra entre el mundo externo y la propia interioridad, ya que se va del paisaje submarino a la profundidad personal, del vasto mar al detalle más concreto. Con este contrabalanceo el poeta logra darnos una visión amplia de un mundo nuevo que abarca la inmensidad, el detallismo -una piedra preciosa, una vasija- y sus propias sensaciones.

Por tanto, podríamos decir que “Astrolabio de fondos” refleja un viaje sobre el propio viaje interior y su búsqueda: la creación, el mito, la poesía, aspectos que nos salvan de la realidad cotidiana. […]”.

Fragmento de “La búsqueda y la ausencia: “Astrolabio de fondos”, de Rafael Alcalá”, de María Victoria Utrera. Estaribel. Puertollano, diciembre de 1989.

 

 

 

LUMINARIA

 

 

Arribó de otro espacio, vencida por el sueño

de ser mar. -Los destellos de su piel

así me lo confirman-. Me pregunto

qué extraño desvarío aposentó su mente:

la penumbra en los fondos puede borrar su estela,

el único pasaje que a su tiempo

la transporte. Mas, ella me cuestiona:

¿Acaso no es la mar diseño de los astros?

 

 

 

MEDINA

 

 

Con claros del levante, bien puedo contemplarla

tallada sobre el mármol quebrado del olvido.

Su voz es tan potente, que a riesgo de la vida

-los ojos ateridos de mil guerreros muertos

se incrustan en mis venas- hasta sus muros llego.

 

Y cruzo los pensiles, los baños, el mercado…

Y al oratorio acudo, al borde de la asfixia,

en busca de un indicio que me muestre

si el corazón se olvida del soplo que lo nutre

o agolpa sus palabras cercando a la belleza.

 

 

 

BOCA DE FUEGO

 

 

Ni el translúcido fuego de la sal,

ni la rapaz clepsidra, su ánima erosiona,

aunque quietud desprenda de las sumidas fauces.

 

Salvad el manto de sedosas algas,

y el sentido apostad en la desnuda piel.

Oiréis que sin recato se proclama

dueño y señor de Muerte.

 

Bien sabe que otras formas de terror

su cetro inmortaliza.

 

 

 

CERCHA

 

 

Atrás queden los rumbos,

la estridencia del viento,

las aguas más ardientes.

Atrás quede la sangre

tentando la osadía de su empuje.

Templado corazón, no me insinúes

que he de librar tu alma,

que he de llevarte luz

donde noche proclama tu invidencia.

 

No soy quien crees.

 

De paso voy camino de poniente

a vararme, sin ti, en cualquier parte del mundo.

 

Desiste, no seré yo quien gobierne

de nuevo tu destino.

 

 

 

NAVE

 

 

Si el pulso de la vida recobrara,

quizá fuera capaz de adentrarse en sombríos

recintos de la muerte: el trasgo del orgullo

en su armazón perdura, se aferra a sus desechos,

pues concebida fue para enconadas gestas.

 

Parece, contemplándola, que no acuchillen tiempos

los goznes de los siglos.

 

 

 

DE SORPRENDIDA MÚSICA                                                           

                    

Aquilea, Cuadernos de Poesía

Málaga, 1990

 

“Rafael Alcalá aúna la ambigua precisión clásica con la profundidad y riqueza contemporánea. Dice y se desdice mediante toques barrocos, amores, vivencias, decepciones, pérdidas, sin despreciar despliegues vanguardistas. Domina la tradición y, por ello, está en condiciones de superarla, de construirse y serse poeta de hoy con las alforjas repletas del pasado. De sorprendida música […] revela a un poeta maduro en el sentir, fértil en recursos retóricos, equilibrado en las sugerencias, medido en la plasmación estética, lujoso en el despliegue lingüístico y pleno en las “delicias del sortilegio”.

Mezcla de introspección, diálogo vital y declaración de principios, sus versos envuelven, suscitan confabulaciones. […]

No hay en el texto concesiones que faciliten lecturas rápidas o triviales, ni fáciles tópicos imitativos que permitan remitir a otros autores. La lucha con la palabra, la certeza de tonos y ritmos, la intensidad del léxico, denotan la capacidad del escritor que “hurga en su llaga para ofrecerle voz” (pag. 31).

Resulta difícil y probablemente inexacto precisar el tema del poemario, que si bien gira alrededor de los sentimientos personales, se expande más allá de ellos y los trasciende para incluir la existencia toda […]”.

Fragmento de “Rafael Alcalá, Gladiador lírico”, de María Victoria Reyzábal. Reseña. Madrid, enero de 1991.

 

 

 

MI VIDA NO DETENGAS

 

 

No detengas mis manos si las envuelven brumas

trepando sin pudor

por los desiertos arcos del cansancio.

 

Haz que palpen los trópicos ambiguos

de tus pechos;

que acojan sus mareas deslindadas;

que tus cabellos caigan como un mágico anhelo.

 

Son míos los latidos de tus párpados;

mía tu pasión

desbordada de sangre;

tus armarios secretos

donde late la brisa introvertida

de tus ojos.

 

Mi vida no detengas, alma mía.

Tus delirios desvélame.

Por ellos ya consumo

este poso de vino fermentado

en la vaga penumbra

que los labios rechazan.

 

 

 

SI TU AUSENCIA PERSISTE

 

 

De la agrietada espera arrecia lentitud

y frustración que horada el goce apetecido.

Desvalidos y yertos se desploman

engarces de sintagmas

como contritas manos que agotaran la sangre

al inicio del sexo.

 

Se sabe de la vida por el hedor tallado

en cada gesto inútil; por la nimia cordura

entre altivez y llanto; porque el río se angosta

allí donde los ojos se vuelven roquedales

de un filón ya minado. Que fue llanura el viento

cuando rozó los labios

abrasados de cárdenas tendencias.

Y que el silencio sesga, con su terco declive,

la despoblada arteria de cuanto acaudalamos.

 

Mas ya de nada valen

antiguas envolturas y provocados ecos

que la nostalgia aviva

en la sombría estancia de encuentros intuidos

si tu ausencia persiste. Es guadaña que quiebra

pálidos manantiales

de sorprendida música.

 

 

 

UN ROSTRO QUEMADO DE ILUSIONES

 

 

Sí, gladiador yo mismo, vida mía,

pues hurgo en las tinieblas que la noche desdeña

cuando remonta el arco depurando su celo.

Y la mano es salmodia de trituradas piedras,

porque sumisa acata los presagios

del corazón que rige su destino.

Y herida aún procura fragancias al olvido

en los flecos del aire sin amparo.

 

Óyeme:

 

Cómo despunta el alba con sus hilos de yodo

por entre la maleza de las turgentes lilas,

y cómo desvaría mi cuerpo abandonado

si aún no halló mi boca el dolor consumido

que el éxtasis procura.

 

Sí, gladiador yo mismo, que he de forjar mis horas

frente a un rostro quemado de ilusiones.

 

 

 

QUE SEA A MEDIA LUZ

 

 

Si has de abandonarme, que sea a media luz,

en trastocada noche

vencida por silencios minerales.

Que los sentidos todos zozobren de ceguera

y una terca calígine la lucidez penetre.

 

Si has de abandonarme, no demores la huida:

mi temor no prolongues. Mas antes, te suplico,

apura con deleite

la copa evanescente de mi aliento

y déjame rendido -tras el gozo-,

ajeno a los esguinces que provoca

dolor al infinito.

 

Vivir para el vacío:

ignorar el instante

en que tu cuerpo brote de una estrella

y en un suspiro abreve licencioso.

 

 


 

EL OJO DISIDENTE                                                                 

                   

Edición de Carmen Peralto

Razón de su existencia

Corona del Sur

Málaga, 1990

 

“De diferente textura gráfica y estilística se viste El ojo disidente, cuidada y preciosa edición de Carmen y Francisco Peralto, en la que el lírico en breves poemas en prosa asciende/desciende hasta la vida/muerte convirtiendo en verbo la dolorosa experiencia de la supervivencia. […]

En definitiva y como conclusión, me parece necesario decir que la poesía […] tiene en Rafael Alcalá un gladiador fértil y valiente por el que vale la pena apostar”.

Fragmento de “Rafael Alcalá, Gladiador lírico”, de María Victoria Reyzábal. Reseña. Madrid, enero de 1991.

 

 

 

Al principio, le resultó difícil aclimatar-

se al nuevo medio de vida que se

había visto obligado a elegir; mas,

con el transcurrir sinuoso de los años, la

sensación, sobre los demás inconvenientes,

de asfixia, fue progresivamente desapare-

ciendo, si bien es cierto que la despoblada

soledad que lo rodeaba le ayudó sobrema-

nera a conseguirlo.

 

 

 

Recorrió tantos secretos y sórdidos lu-

gares como le fue posible. Y cuando

el hedor nauseabundo que su cuerpo

emanaba resultó insostenible de soportar

para su agudo olfato, comprendiendo que

comenzaba el ciclo de la desintegración,

ascendió con empeño inusitado hasta la su-

perficie, atravesando las lindes de pru-

dencia que hasta ese momento lo habían man-

tenido con vida.

 

 

 

Cuando hombre y anélido presenció por

última vez el suceso ocurrido veinte

años antes, descendió aterrado a con-

sumir sus cortos días de existencia. En esta

última, definitiva huida, sus lágrimas fueron

humedeciendo la escabrosidad del subsuelo,

facilitando, así, su descenso, por lo que el

único superviviente-mutante murió, según

consta en la septingentésima nonagésima

nona Acta Khor, posterior al período cero,

firmada por los elegidos geotenditas Zruk de

Pilo y Tox de Zhara, que fueron, a la sa-

zón, quienes encontraron 1000 años des-

pués la momia junto a un petrificado libro

de poesía en el que podía leerse borrosa-

mente su título: Elegías del silencio, a mil

quinientos veinte metros de profundidad.

 

 

 

DE LOS ÚLTIMOS AÑOS                                                                         

                     

Colección de Poesía del grupo BARRO

Sevilla, 1993

 

“De los últimos años, poemario ganador del XIV Premio Barro de Poesía (Sevilla, 1992), revela al tiempo una voz personal y madura, y un estilo generacional; el de un grupo de poetas, coetáneos de los “novísimos”, algo desatendidos por la crítica al no haber dispuesto de la megafonía clamorosa de Castellet. La obra de estos poetas, a veces tardía, como es el caso de R. Alcalá (Málaga, 1943) es orientativa del fondo lírico que alienta en la creación de quienes heredan el doble magisterio de Blas de Otero y de Vicente Aleixandre (citados ambos en los epígrafes de este libro). Se adivina en De los últimos años, una densa y dolorosa aventura personal, poetizada a través de claves y símbolos donde se mezclan el pudor en la dicción y la osadía al abordar algunos temas. La lucha entre lo humano, transmutado por el recuerdo, y lo poético, emergencia de ese “dolor desnudo” (p. 19) en el acto de escribir, se resuelve en una serie de tensiones que convierten al libro en un viaje hacia la intimidad de las palabras […]

El ahondamiento en lo imaginario a partir de la vivencia personal, y el esmero en la búsqueda del término preciso para hacérnoslo sentir, sin duda, rasgos que diferencian la auténtica poesía del mero ejercicio académico”.

Fragmento de “De los últimos años, calendario de vivencias”, de Alfredo Rodríguez López-Vázquez. Un Estaribel. Puertollano, otoño de 1993.

 

 

 

NOVIEMBRE, 25

 

 

Esperemos que el tiempo solucione

los enigmas que asuelan nuestras dudas,

mientras ambiguas horas, de consumados días,

reclaman la nostalgia.

 

Vemos correr las aguas de algún secreto río

que despertó la angustia.

Rastros de azogue líquido discurren por su curso,

desechos de planetas extinguidos,

potros con cicatrices en los ijares,

algún nenúfar turbio

desconchando la gubia de la muerte,

la locura embalada con el cártel de frágil,

la luz recién pulida de los cuerdos de moda…

 

Todo.

          Todo será capaz de resolver el tiempo,

menos de concedernos

-después de haber quebrado su medida-

un instante tan sólo

por el que recordemos dónde y cuándo

la vida se nos fue sin dar respuesta.

 

 

 

ENERO, 31

 

 

Me aburren mis palabras

manchadas de tristeza.

Tediosas se repiten.

Parecen receptoras de un canal silencioso

del que brotara un hilo de temor resignado.

 

Melodrama es la noche

cuando,

al pie de las murallas del papel,

no puedo penetrar

-con distinta semántica,

con razones prohibidas-

en el fondo inconsciente que atenaza

las formas secuestradas por los ojos.

 

Me aburre contemplar el inodoro

repleto de cadáveres

-en sus cuencas se yergue la nostalgia-;

parecen invitarme a que les siga

hasta los espejismos de la felicidad,

allí, en los detritus tapiados del absurdo.

 

Me aburre mi otro yo, su encaro cotidiano:

“Qué haces, intruso, aquí,

pervertido romántico,

lamiendo las esquinas del amor,

los goces soñolientos de tus iris,

las arenas azules de la infancia.

Nada tienes que hacer en este mundo,

excepto regresar  -¡el tren es más barato!-,

al lugar de tu origen”…

 

Sobre todo, me aburren ciegas supersticiones:

divinidad estéril de tu pulso

buscando en los abismos de otros mundos

-exenta ya la sangre de pasión-

el trono donde impera la mentira.

 

 

 

MARZO, 10

 

 

Es triste despertar cada mañana

con los ojos sedientos de morfina,

los nervios gangrenados de pereza

y el sexo reticente a la lujuria.

 

Es muy triste tomar por desayuno

los versos que sobraron de la cena,

fumarte un cigarrillo mientras piensas

que dentro de unas horas otra noche

prenderá de vacío un nuevo día.

 

Súbitamente sales a la calle

-esperas que algo nuevo te sorprenda-,

te mezclas con la gente, con los perros

-algunos visten trajes esmaltados

y llevan maletines de Loaré-,

con hombres y mujeres indigentes

que perdieron el alma en una apuesta.

Te adentras por brumosas callejuelas

-los gatos se disputan los detritus-

y algún desconocido te hace señas

para que adquieras muerte mientras ríes,

o en unos almacenes donde venden

la eterna juventud a bajo precio.

 

Ya sé que está prohibida la tristeza,

que el tedio está multado con la asfixia,

que la fiesta comienza con el alba

-en lo oscuro se yergue la miseria-

y no has de bostezar mientras transcurre

el cáustico ejercicio de vivir.

 

Sin embargo, soy incapaz de evitar

esta vieja costumbre de estar triste

cuando el mar no se acerca hasta mi boca

y se anegan tus besos de distancia.

 

 

 

AGOSTO, 14

 

 

A Jesús Miguel (O.S.A.)

 

Deliberan los príncipes celestes

acerca de mi muerte o libertad ilímite;

si deben condenarme a prisión de por vida

o, acaso, sea preciso

que un tiempo me recluyan

en las frías mazmorras de la antigua abadía

-que a poniente se puede vislumbrar-

llamada Rasebur por los convictos.

 

No se ponen de acuerdo estos hombres ilustres.

Antiquísimos libros escrutan sin descanso;

actas inmemoriales repasan cuidadosos;

desentierran legajos,

amontonan papiros funerarios,

amarillas epístolas,

ancestrales informes.

 

Reflexionan sin tregua acerca de mi suerte

estos hombres egregios.

A conclusión unánime no llegan

tras sus largos debates

que duran hasta el alba.

 

Así llevan centurias.

 

No saben que el amor negocia con la vida

un pacto que jamás comprenderán los muertos.

 

 

 

TEXTAMENTO                                                              

                   

Primer Manifiesto del grupo Les Pieds-Noirs (Au milieu de la mêlée)

Canente/libros

Málaga, 1993

 

“Textamento viene firmado por Rafael Alcalá, José Gaitán, Alfredo Rodríguez López-Vázquez y Alberto Torés […] Al abrir sus páginas encontramos el Primer manifiesto del grupo les Pieds-Noirs. Tal epígrafe ya nos prepara el ánimo: nuestros prejuicios “profesosioranales” nos hacen pensar inmediatamente en aquellas vanguardias históricas que hoy aparecen, de nuevo, resurgir por arte y gracia de la postmodernidad. Su lectura nos pone de manifiesto tanto el juego verbal desde el que sus autores escriben, como el avance de una actitud que conecta con aquellos primeros (dadaístas) surrealistas en el “desesperado intento de transformación –transformación hasta de la vida humana-. Así manifiestan su ideal: Frente a la cultura de la crisis, la reconstrucción  de la utopía, frente a la civilización adaptada, renovación o liberación, la urgencia de hacer frente y no dar la espalda, la importancia de llamarse les pieds-noirs […]

Se llame Alberto la poesía, o se llame Rafael, o José, o Alfredo, es indispensable la poesía, aunque no sepamos para qué, ya lo dijo Cocteau. Este libro está escrito desde la poesía misma, desde la actitud lúdica -que el juego es liberación y la poesía es lúdica y la poesía libera. Los resultados… Los gustos poéticos son personales, relativos, acomodaticios... […]”.

Fragmento de “Textamento, no testamento”, de Antonio García Velasco. Diario Málaga-Costa del Sol, Papel Literario. Málaga, 21 de enero de 1994.

 

 

 

HASTA EL SUEÑO

 

 

Caracola blanca: nave

del mundo de los cristales

marinos. Por qué canales

al mar su color en ave

trenza y destrenza, si sabe

ser arca de sus latidos.

Parto de ojos sumergidos

como susurros violentos,

estría para los vientos

de noches envejecidos.

 

 

 

MÁLAGA-CORUÑA, CUARTETO DE CUERDA

 

 

Los sueños o las ciudades de color sepia,

el sudor bañado de música y océano

por el castigo de sus desnudas columnas,

nos hacen olvidar la palidez violenta

de las máscaras; el escozor

que sabe a falso es miel en el tiempo

o disonante aroma que penetra

como el frágil vuelo de la abeja

en busca de las alambradas: turbios

deseos, introvertido pulso, pavor…,

¿no adivinas el crimen de la aurora?

 

Las ciudades o el paréntesis del despertar

bajo un tendal negro, huella o límite

que suprime el rencor a tu sonrisa

y tras siempre caminar, el retrato

de Lázaro asombrado, confuso redivivo

estatua ya fingida de la sombra del aire.

 

 

 

TEXTAMENTO

 

 

I

 

 

Bajo la noche espumas y navajas

ventanas incendiadas de café,

transeúntes de niebla por los puentes,

rojas pupilas llaman al amor.

 

Noche cicatrizada y frágil, sueñas

un dolor de amapolas en el aire,

murmullo de aparente indecisión,

luminosa quimera que presiente

 

su escondida memoria, deseada

esquina donde ordenas lo invisible

pues de la muerte la vieja canción

 

a la danza te invita por espacios,

al crimen dulce de tus ojos: noche

estricta, limitada, sin conciencia.

 

 

 

XII

 

 

A la danza te invita por espacios

la rueda de la suerte, sin medida,

dentro de un sortilegio de corceles

vestidos de veneno por la Noche

 

y el tiempo de acelera, te comprime

con los dulces momentos del pasado;

ensortijadas huellas que a tu voz

adoquinan con duendes y tinieblas

 

exhaladas del signo de tu pecho,

de tu pecho de mares desnutridos

que la brisa convoca tristemente,

 

como un eco quebrado de ilusiones,

al naufragio de voces imperfectas,

al juicio de la mente en su locura.

 

 

 

EL PUENTE                                                                  

                  

Antología 1985-1995

Introducción y selección de ANTONIO MARCO GARCIA

El Parnaso.

Málaga, 1996

 

“Rafael Alcalá, con una obra poética original y sólida a la vez, nos propone en una magnífica edición una antología poética que abarca una década sin duda fundamental (1985-1995) bajo el sugerente título “El Puente”.

La antología recorre los momentos más significativos de sus libros […]. En todos ellos el poeta aparece como un pensador ansioso, intranquilo, principalmente visceral, dotado pues de un espíritu que oscila entre el humanismo y el pesimismo que con tanta evidencia como fuerza impregna su escritura poética […].

Con mucho acierto lo observa Antonio Marco García en su estudio introductorio, “a la vivencia y la memoria personal se añade la capacidad imaginaria colectiva, en una búsqueda del término preciso desde una profunda crisis existencial”. Por ello, debemos valorar una escritura incesante, deteniéndose únicamente para establecer el puente que determine el paso de la vida a la literatura, lo que en el caso de Rafael Alcalá no es sino la búsqueda intimista y genuina de cualquier sentido por efímero o insignificante que pudiera parecer. De hecho, la propia naturaleza de la antología implica como primera tarea el perdón por la audacia de la empresa. […]

“El Puente” también es una emotiva adhesión a la radical interpretación del paso del tiempo que generalmente encuentra la vía de la ironía. Son numerosos los ejemplos […] El lector casi se dejará seducir por esta aventura poética que, por otro lado, no deja de ser una pausa, una parada muy específica para revisar, incluso confrontarse con esta década y en ese afán por reordenar el lenguaje poético, proponer nuevos campos de exploración”.

Fragmento de “Dimensión de lo auténtico”, de Alberto Torés. Diario Sur. Málaga, 14 de diciembre de 1996.

 

 

 

RASEBUR                                                                

                     

  
(Prólogo de José Gaitán)

Colección Puerta del Mar

“Centro Cultural de la Generación del 27”

Área de Cultura de la Diputación de Málaga

Málaga, 1997

 

“El discurrir poético de Rafael Alcalá (Málaga, 1943) ha ido desde una lírica intimista hacia un abierto diafragma de preocupaciones esenciales. Los hitos de su obra […] establecen una curva ascendente que, ahora, se corona con este nuevo libro, Rasebur.

[…] Decíamos entonces: “En el nuevo proceso de resensualización de lo barroco, su firme voz poética ocupa hoy, sin lugar a dudas, un lugar relevante, inequívoco”. En efecto, el pesimismo estetizante, la peculiar incertidumbre existencial y metafísica, adornaban la lírica aporía de un alto sentimiento pensativo. Pero he aquí que aquella poesía ontológica, ámbito liminar, confín secreto de sus hondos lugares poéticos, es ya casa con nombre y es ya domus concreto.

[…] Esta casa del ser, patria de luz para contemplaciones sumarísimas, se llama Rasebur. Es como un templo último, un Eldorado amargo, o una ermita rodeada de pesares y sombras, de zarzas y malezas. […] Abadía, maleza, lugar dulce y salvaje; mazmorra de los condenados, quizá lumbre infinita para la ceguera teleológica, o para los convictos del sempiterno fracasar humano […]

[…] Rafael Alcalá ontologiza ese desasosiego de la aventura humana: “Vienen de recorrer exilios de amargura, / ciénagas de memorias enfermizas…”. Así se ha escrito Rasebur: ora, memento, endecha, o tal vez abadía de las contemplaciones asumidas. Y todo lo demás es lírica. Concretamente, en este libro, una gran poesía visionaria”.

Fragmento de “Una patria de endechas: Rasebur, de Rafael Soto Vergés.

Diario Málaga-Costa del Sol, Papel Literario. Málaga, 12 de abril de 1998.

 

 

 

MANIFIESTO

 

 

De niebla abandonada se nutrieron

en los varados vientres de las madres.

Escucharon quejidos

a través de la piel que los cubría,

la estridencia de un tiempo

que aún no había nacido para ellos,

la resaca del miedo

filtrándose en sus cuerpos diminutos.

 

La vida era sonido empapado de muerte,

y la muerte alternaba con un fiero parásito

en una maloliente taberna del suburbio.

 

Como golpe de sienes contra la luz errante,

como trote de acosos

por la pradera absorta del dolor,

emergieron un día

a la ciudad del brillo y la amapola.

 

Ignoraban, entonces,

que los astros jamás perseguirían

el curso de sus pasos.

Condenados estaban de por vida

a vagar por las rutas que las sombras

van dejando

en los turbios celajes del olvido.

 

 

 

DE SOMBRAS Y MISERIAS

 

 

Me pregunto de dónde

proceden estos hombres.

He oído a los ancianos

decir con voz decrépita,

que nacieron en tierras

tan huérfanas de luz,

que cierta vez el musgo

de las selvas cercanas

creció súbitamente.

Y cegó las cosechas,

inundando montañas,

serrándolas de vida.

Y ocultó la ciudad

dentro de una gran nube

de sombras y miserias.

 

Fue confusión la vida;

desorden la esperanza.

Emigraron los astros.

Los mares se incendiaron.

El silencio arreció

por difusos pasillos

grabados de temor.

 

Estos hombres viajaron

a través de los tiempos.

 

Cruzaron los dominios

de la fértil oropéndola,

los valles de la muerte

que sin cesar se nutren

de la raíz del miedo.

 

Peregrinaron décadas

sin tregua ni descanso.

Roquedales indómitos

tomaron por morada.

Conquistaron la lluvia

un día no lejano.

Y a las crestas treparon

de los picos más altos.

 

Así se convirtieron

en valientes guerreros.

El sol fue su bandera.

La libertad, su espada.

 

Después se aposentaron,

victoriosos y fuertes

en nuestros territorios.

 

Pero ya no son ellos.

En sus ojos de piedra

se adivina el helor

tarado del poder,

el haz de la codicia,

la tensión desmedida

de saberse inmortales.

 

 

 

EL FIRMAMENTO OCULTO

 

 

El universo entero

conseguiréis sin miedo

cuando se crucen los tiempos.

 

Taladrarán los ojos,

como ebrios cometa,

los arcos de la luna,

los puentes siderales,

los túneles del cosmos,

hasta que un día arribéis

al cenit de las sombras

donde Sirio reposa

potenciando su luz.

 

El universo entero

radiará en vuestras manos.

Y pensaréis, sin duda,

que habéis reconquistado

los siglos que perdimos

en pueriles batallas

e ilusos fanatismos.

 

Mas de nada valdrá

vuestro espíritu inquieto.

Hojarasca quemada

será vuestro laurel.

 

Considerad, primero,

que bajo nuestros pies

se esconden los misterios

más sólidos del mundo:

el firmamento oculto

que hace brotar el trigo

por extensas llanuras

que la vista no abarca.

 

Sí, el firmamento oculto…

 

Dominadlo y veréis

cómo alcanzáis la gloria

que siempre habéis soñado.

 

 

 

LA DOBLEZ DE ESTE MUNDO

 

 

No me tientes, amor,

a encontrarte en las aguas

de fingidos estanques.

 

Yo vine por caminos derramados de mirtos,

de fragancias azules como el rubor del verso.

Me trajeron las alas del sueño de un paisaje

sembrado de luciérnagas, de hipocampos y fuentes.

 

Me acogieron dragones con sus lenguas de escamas.

Graves, ceremoniosos,

me hablaron de otros tiempos,

cuando el hombre vestía la piel de secos robles

y habitaba entre ellos sin cautela ni engaño.

 

Así vine a la vida,

como vienen las águilas,

con las garras de turba y los picos de niebla

a consumir la escarcha que habita en los rosales.

Como viene la sangre

-dormida en las entrañas de unos labios profundos,

cegadores-

a perecer en el río de juncos rebosado.

 

No me tientes, amor,

aunque seas la brisa

que una vez me conceda

la ansiada libertad.

 

Tiene la muerte hoy un candor bondadoso

al que acuden mis ojos a libar de su brillo.

Tiene mi corazón

ansias de remontar

la doblez de este mundo.

 

 

 

STELLARIA                                                             

                    
  (Prólogo de Pedro J. de la Peña)

Colección Mar de Tanis

Corona del Sur

Málaga, 1999

 

“[…] De entrada diremos que es un libro estremecedor, terrible a veces, un libro de una originalidad radical donde alternan dos géneros tan aparentemente contrapuestos como la entrevista y los poemas. “Stellaria” se trata de un señero ejemplo de una nueva poesía social […] Parece natural el reverdecer de este tipo de poesía en estos momentos en que nuestra sociedad se ha enfangado en el más feroz de los capitalismos.

“Stellaria” en suma representa una honda mirada sobre el hombre y su sutil alegato contra la hipocresía de esta sociedad que en su egoísmo genera continuamente marginados. Los mismos títulos de los poemas ironizan sobre la distancia sideral (en años luz) a la que se encuentran los protagonistas del libro del común de los miembros de la comunidad. La obra, he dicho, se estructura en entrevistas a personas marginales y poemas sobre dichas personas. Si en las entrevistas los marginados hablan en primera persona, en los poemas el autor recrea con ternura el sentir de los entrevistados fingiendo también la primera persona. El libro adquiere un tono casi narrativo, coral y apocalíptico […]. Los recursos más habituales son las metáforas, el hipérbaton y la reiteración sintáctica con la que Rafael Alcalá consigue un ritmo excelente. […]

Al final el poeta deja hablar a la muerte […]

En el magnífico prólogo, el profesor Pedro J. de la Peña, nos esclarece las claves de este libro que sin duda habrá que tener muy en cuenta a la hora de fallar el premio de los críticos andaluces del presente año.”

Fragmento de “Las constelaciones marginales de Rafael Alcalá”, de Fernando de Villena. La Isla, Europa Sur. Algeciras, 4 de marzo de 2000.

 

 

 

ARTURO

 

 

Fray Anselmo, monje cisterciense de la Estricta Observancia. Monasterio de Santa María del Castañar. 15 de septiembre de 1994. 10:15 horas.

 

Llevo una vida contemplativa, cerrando muchos ojos y encalleciéndome las manos en la huerta y en el coro del Monasterio. Puedo decir que la vida del monje, que es, fundamentalmente, orar y trabajar, lo acapara todo. Vive la realidad de fuera totalmente centrada en su corazón. Esto el mundo no lo entiende... ¿Que si somos hombres marginados? No cabe duda de que sí, pero por nuestra propia opción, no porque la sociedad nos margine, sino porque nosotros nos marginamos del mundo para entender el mundo. Lo vivimos con tanta intensidad o más que los del exterior. Y vivimos al margen de él, en nuestra clausura y en nuestro apartamiento; pero llegan al interior de la vida comunitaria y al corazón del monje todos los avatares, sufrimientos y dificultades de la existencia humana. Y aquí son amasados. Y aquí son transformados... ¡No lo entendéis! ¿Qué significa mi vida? Lo significa todo. Para que lo comprenda, de una manera elástica, le diría que en los conventos contemplativos se encuentra el quicio del mundo. El monje vive de rodillas; la Iglesia, de pie.

 

 

33 a.l.

 

 

Y no entienden

el fuego ensordecido

brotando del silencio apaciguado

que llaman burdamente privación.

Y no entienden

los ecos virginales resbalando

del tronco de una estrella que pronuncia,

setenta veces siete cada noche,

el verbo más turgente

que jamás vientre alguno concibiera.

Y se preguntan,

sin encontrar respuesta razonable,

qué enjambre de neuronas enfermizas

soportan nuestras venas,

de qué foráneos peces se nutre la vigilia

intensamente ciega de los ojos,

o por qué las centurias se descuelgan flexibles

desde el artesonado de las cúpulas

sin que rocen, siquiera,

el caudaloso curso de la voz interior...

En el centro del atrio,

dentro de una gran urna de cristal,

hay un corazón desnudo,

visiblemente inane,

que se extingue por días.

En las gélidas noches

acercamos las manos sobre él para darle calor;

nuestro llanto vertemos

suavizando las costras rugosas de sus llagas.

Y esperamos, pacientes, sobrecogidos

-aunque no lo entendáis-,

a que el roncal anuncie,

en medio de la nieve cincelada,

que el mundo será ungido

por la gracia de un nuevo amanecer.

 

 

 

RÉGULO

 

 

Francisco. 69 años. Antigua Prisión Provincial. 3 de noviembre de 1994. 20:55 horas.

 

-¿La prisión? Cuando se sale y se entra es más llevadero, pero cuando se está en ella permanentemente, la cárcel es el castigo más terrible que se le puede imponer a una persona. Equivale a una angustia continua. No sé si es peor la muerte. Dicen que el preso es un cadáver que la sociedad ha enterrado de pie. Cuando sales de ella ya no eres el mismo, todo cambia. Se pierde la dignidad y la autoestima, al menos en mi caso. Sí, claro, tiene que existir el castigo porque existe la injusticia, la desigualdad de posibilidades y, por tanto, la económica. Hay gente que necesita forzosamente para vivir un dineral y otros que tienen que apañarse con muy poco o con nada. Ya existe ahí una injusticia, un desequilibrio social... Pregúntese por qué hay tan poca gente rica en las cárceles; por qué la inmensa mayoría son pobres... Yo me he criado en la calle, sin padres, sin saber lo que es una escuela. Me fumaba las colillas que otros tiraban al suelo y encontrar un mendrugo de pan duro significaba para mí un manjar..., un manjar que tenía que reblandecer con agua para ingerirlo. Soy hijo de la calle. ¿Qué te puede ella enseñar? Estamos destinados a ser carne de presidio. Los que creen que las cárceles deberían estar peor de lo que están caen en un error imperdonable. No las conocen. Ignoran que cualquier día, ellos, o sus hijos, o sus nietos, pueden entrar en ellas. Ya cambiarían de actitud, ya. Los que piensan así son los que tienen sus necesidades cubiertas, su pan seguro... ¿No fue Víctor Hugo el que dijo que la felicidad de los ricos está hecha del infierno de los pobres? Ahí lo tiene. Bien. Le dejo. Tengo que entrar ya. Otro día le contaré por qué tuve que desertar del Ejército y fugarme a Francia con lo puesto. Chao. Y salud.

 

 

67 a.l.

 

 

Caminaba de noche esquivando alimañas,

desafiando los nervios destemplados

de los tarados máuseres,

la quilla del invierno,

su aterrador galope por la nieve afilada.

Ingería los frutos que encontraba

en árboles oscuros, demacrados,

y hablaba con mi sombra fugitiva

que jamás respondía a mi inquietud.

Al Norte, siempre al Norte.

Las estrellas trazaban mi destino.

Eran fantasmas góticos -los Pirineos-:

las orillas de cuarzo del mar, la libertad.

Subí por las escalas del valor y la rabia.

Dominado era el miedo por rebeldes impulsos

nacidos en la cuna colectiva

de aquella asociación de caridad

de principios de siglo.

Al despuntar la luz,

sobre agujas de pinos me acostaba

-me acostumbre a dormir a la intemperie

guiñándole a la muerte-

amparado por rocas mutiladas

o deformes abetos por el viento cortante.

Cuántos días sin rutas, a la deriva,

intentando olvidar

las botas con tachuelas

hincándose en mis bronquios,

la mano disuasoria -pedernal insensible-

terriblemente enferma de injusticia,

los barrenos del odio

estallando en las sienes deportadas.

Joven era la sangre.

Podredumbre el puñal

-de muy diversos filos-

que cortó su ilusión.

Alcancé las montañas.

Sobrepasé las crestas.

Y encontré la ciudad de la equidad.

Mas fue breve mi estancia,

como un dorado sueño que acabara, de pronto,

en agrio amanecer.

Heme aquí, como siempre,

Cercado por espinas,

envidiando

a esa mariposa tricolor

que todas las mañanas me sonríe,

mientras revolotea sin cuidado

por entre los metálicos colmillos

que defienden la celda.

 

 

 

ALDEBARÁN

 

 

Adela. 27 años. En un bar de copas del Paseo Marítimo Ciudad de Melilla. 23 de septiembre de 1994. 02:40 horas.

 

-¿Qué dices? No te oigo muy bien... Me llamo Adela. ¿Cómo? ¡Y a ti qué coño te importa la edad que tengo! Tío, qué cara... ¿Es que te dedicas a hacer el padrón nocturno? Tú no estás bien del tarro, ¿eh? ¿Es que me has tomado por la Rocío Jurado? Déjame tomarme mi copa y corta el rollo. ¡Vaya una forma de comenzar!

 

Una semana después, en el mismo lugar. 01:45 horas.

 

-Eres recalcitrante. Por una vez en mi vida y sin demasiados rodeos. Y después, punto. ¿Vale?

Soy economista y dirijo mi propia empresa. En mis horas libres leo, voy al cine, me tomo algunas copas y... ligo. Casi no importa con quién. ¡De verdad! Pues... sí, algunos incluso han llegado a pagarme. Bueno, así también tengo para mis caprichos. Lo que realmente me gusta es el sexo por el sexo. Disfrutar, gozar a tope. Algunos hombres son muy curiosos; pero yo siempre saco lo que quiero de ellos: placer. ¡Mierda!, no sé por qué te cuento esto. Vale, vale. He estado con todo tipo de hombres. Sí, sí, también con mujeres, pero en pocas ocasiones. ¿Yo? Vivo sola. Mis padres se separaron siendo yo pequeña. Mi madre se llevó a mis dos hermanos. Yo me quedé con mis abuelos, que son cojonudos. Lo pasé muy bien con ellos. Me mimaron. Y estudié con ganas. No, ahora no tengo relación con mis padres. Viven los dos, pero no deseo nada de ellos. ¿Para qué? Tengo cuanto deseo: un buen sueldo, un piso, un magnífico coche, independencia absoluta y sexo. ¡Que no! Te he dicho que estoy..., perdón, que vivo sola... Bueno, ¿cambiamos de rollo? Y tú, dime, ¿de qué vas? Desde luego, de cabezota inasequible al desaliento seguro que sí. Oye, tú no jodes mucho, ¿verdad? Es que tienes una cara de reprimido que para qué contarte... Bueno, si tú lo dices.

 

 

53 a.l.

 

 

La carne es como hiel

cuyo aroma penetra en mis sentidos

y enciende los desechos que en mi interior se ocultan.

No puedo reprimir su potente llamada.

No sé cómo escapar de la espiral 

de lodo en que me ahogo, y que un drama en un hombre

tejió hace, quizá, mil millones de años.

Me pregunto de dónde procederá la bestia

que me impulsa,

y de quién se valió para cruzar,

por el arco del tiempo,

la ilímite distancia que tuvo que cubrir,

a lomos de la sangre,

de un cuerpo a otro y a otro cuerpo...

Muchas veces contemplo, al despertar sin gozo,

este ser sucesivo que comparte mi lecho.

Miro su blanco rostro: un eterno despojo;

el sudor que desprende es líquido cristal.

Duerme profundamente, sosegado,

como si nada hubiera en este mundo

capaz de perturbarlo;

como si no advirtiera que de una dentellada,

muy fría y maloliente,

en un momento súbito, desgarraría su cuello.

Mas me intuye incapaz y desarmada:

la soledad del alma es víctima propicia

al asco y a la venganza de su oculto rival.

 

 

 

DENEB

 

 

Inés. 84 años. Patio del Asilo de Los Ángeles. 26 de octubre de 1994. 11:05 horas.

 

-Llevo aquí desde julio de hace tres años. Antes vivía sola, pero empecé a tener problemas de salud y como mis hijos se iban de vacaciones y no podía estar sola en casa, me trajeron aquí y todavía permanezco.

Claro, podría vivir con uno de mis dos hijos, pero hubieran tenido que cambiar los muebles de habitación y no quería que se sacrificaran por mí... Usted me comprende, ¿verdad? Paso muchas horas aquí, en el patio; me gusta respirar el aire libre y hablar con mi marido que se me fue hace ya seis años. Pero no me siento sola, porque Manolo me prometió en vida que si él moría antes que yo, nunca me abandonaría. Yo le cuento mis cosas; él me contesta y me resuelve las dudas más importantes. Me aconseja, por ejemplo: “Mira, Inés, debes tomarte las pastillas que te dan para dormir mejor; cuidarte la artrosis; no darle muchas vueltas a las cosas, que son como son. Hay que aceptarlas. La juventud tiene que vivir su vida y nuestros hijos tienen muchas cosas en qué pensar, por eso los domingos no pueden venir a verte, porque tienen que dedicárselos a su familia”... Cree usted lo que le digo, ¿verdad?

No, no me quejo. Si yo le contara la de casos que se ven por aquí, de ancianos que hace años que no vienen a verlos sus familiares. Mejor no pensar en ello. ¡Es de pena! Hay que adaptarse a las circunstancias. Los tiempos cambian y también las costumbres. Pero amo a mis hijos por encima de todo y hay momentos en que los comprendo. ¡Tienen tantas cosas en qué pensar!

Y bien, ¿me acompaña usted, que es tan simpático, a la enfermería a ver a una amiga y la distraemos un ratito?

 

 

400 a.l.

 

 

La puerta fue cerrada hace ya tiempo,

y rezan las hermanas en sus celdas

las preces cotidianas

antes de reposar en sus camastros.

Ni la sedosa mar, allá en el fondo

de los menguado ojos, incendia la tristeza...

La habitación se está quedando a oscuras.

El silencio se filtra por mis huesos.

Siento cómo el estigma de tus labios,

sobre la débil sangre, comienza a perfilarse.

Estás aquí. Lo sé por el perfume

a tierra entumecida que desprende tu sombra.

Adivino tus manos vaporosas 

rodeando mis hombros desnutridos;

tu frente sobre el pelo ceniciento;

el dolorido vaho de tu boca cerca de mis oídos...

Devuélveme a la vida, amor de mis entrañas,

razón de mi extravío.

Devuélveme a la esencia de la luz

donde el viento no brame desairado

ni la lluvia no invierta su camino

golpeando la sístole del llanto.

Llévame hasta el calmado océano de la paz.

Elévame, amor mío

-tras el último aliento de mi vida-,

al pico donde nace el misterio del ser,

que quiero descansar al lado de tu cuerpo,

mientras la eternidad

entona su apacible melodía

y el pasado sea sólo como un crujir de espumas.

 

 

 

RESQUICIOS                                                                  

                     

(Prólogo de María Asunción Mateo)

Delegación de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Bornos

Colección de Poesía Villa de Bornos

Bornos, 2000

 

“La atenta lectura de Resquicios, última entrega de Rafael Alcalá, produce la impresión de hallarnos ante un poeta que hace la guerra -y el amor- por su cuenta y riesgo; o lo que es lo mismo, de habernos topado con una voz similar, vibrante y lírica a un tiempo, reflejo fiel de una personalidad entrañablemente rebelde, que necesita de la palabra para desembarazarse de sus profundas represiones internas y de sus dudas existenciales.

Rafael Alcalá parece estar siempre al acecho de todo cuanto sucede en su entorno. Así es como él recrea esos cuadros inquietantes de la vida social, con un prisma totalmente original, penetrando en las aristas más hondas del alma y del corazón: el prisma lúcido y seguro de quien ha vivido íntimamente la problemática que intenta solventar cara al público, con una velada intención no sé si crítica o didáctica, pero sin duda primorosa y liberadora. Y lo consigue plenamente; porque esta especie de confesiones, este sacudirse las pulgas de la soledad con el látigo de la palabra, viene a colocar su poesía un peldaño más arriba de lo que estamos acostumbrados a leer y hasta soportar […]

Digamos para concluir que Resquicios, desde el prometedor título hasta la última línea, es el poemario sólido de un poeta maduro y moderno, dominador de la expresión lírica, seguro de sus ideas y de los recursos necesarios para darles vida propia y calor humano. […]”.

Fragmento de “Acerca de Resquicios, de Rafael Alcalá”, de Félix-Antonio García Díez. El Faro. Motril, 5 de marzo de 2002.

 

 

 

ESPÍA

 

 

Alguien entre nosotros

no es quien aparenta.

Con sutil estrategia se ha infiltrado

en nuestro sano círculo

ganándose de todos la confianza.

Ignoramos quién es. Mas hace ya algún tiempo

que nuestras relaciones andan mal.

Sería muy prolijo enumerar desgracias;

pero nos escrutamos sin descanso

unos a otros;

medimos las palabras;

miramos de soslayo al que ayer era amigo.

Son fríos los saludos.

Ojo avizor andamos cuando nos dan la espalda.

La neurosis galopa libremente

por nuestras cabelleras.

Y no me extrañaría que un día no lejano,

al vernos reflejados en el espejo

-después de haber dormido largamente-,

nos peguemos un tiro en el abdomen,

si tenemos agallas,

pues descubrir podemos en nuestros propios ojos

al espía que nunca imaginamos ser.

 

 

 

EJECUTOR

 

 

Es cómoda su vida.

No tiene que estudiar ni hacer carrera.

No necesita amar ni ser amado,

ni siquiera fundar una familia.

Tampoco le es preciso alimentarse,

ni poseer fortuna con la que subsistir.

Sin embargo,

jamás se encuentra ocioso,

pues siempre lo hallaremos

inmerso en su trabajo

que suele realizar en mitad de la noche,

en lugares sombríos, tenebrosos.

De día es cuando urde planes imprevisibles.

No actúa por su cuenta:

siempre es fiel a un mandato que su interior le ordena.

Desde que tuvo uso de razón,

supo que un férreo impulso, de fuerza incontenible,

marcaba su destino. Un destino centrado

en nuestra propia sangre

cuando el azar nos muestra su rostro más violento.

Entonces, sólo entonces, conocemos

su identidad, su oficio, su brazo ejecutor.

 

 

 

NAVEGANTE

 

 

Desoyendo las órdenes de los controladores,

programó rumbo fijo hacia un punto del cosmos

que carecía de estrellas. Era un pozo profundo.

Allí la oscuridad se adentraba sin límites.

Le envió su inconsciente tan briosos latidos,

que se mostró incapaz de hacer girar la nave

a parajes seguros.

No le quedaba espacio, ni hueco, ni recodo

donde buscar los flecos del cordón plateado

que a la verdad conduce.

Al cabo de mil años regresó de su viaje.

Fue hallado su cadáver sobre el mar

por hombres diferentes

a los que conoció en su vida pretérita.

Guardaba entre los huesos de sus dedos

una rama de olivo -aún reverdeciendo-

que impregnó la cabina de sutiles fragancias.

Evocaban los tiempos de fértiles cosechas,

cuando el hombre sembraba con sus desnudas manos

y las bestias cargaban en sus lomos los frutos.

 

 

 

ANACORETA

 

 

Lleva ya treinta años recorriendo el desierto.

Se alimenta de insectos y bebe de los cactus.

Su vestimenta es pobre: una jarapa muy tosca

para envolver su cuerpo y protege los pies

con sandalias de cáñamo. Duerme sobre guijarros.

Cubre durante el día innumerables dunas

sin importarle apenas el punto de destino.

Con la oración aplaca sus humanos instintos.

Con la meditación, anula los recuerdos.

Sólo responde al móvil -que en la cintura pende-

cuando el piloto rojo se enciende intermitente.

Es señal inequívoca: en Nueva York la Bolsa

ha roto expectativas.

 

 

 

POETA

 

 

Ya no escribe poemas.

Le aburren las tertulias.

No acude a recitales,

a pesar de que aún

recibe invitaciones por correo.

Hay cartas polvorientas,

encima de la mesa,

pendientes de respuesta.

Y los libros se hacinan,

sin haberlos leído,

por todos los rincones de la casa.

Bien sabe que su nombre fue borrado

de archivos y listados.

Y que su extensa obra

ingresa en el hospicio del olvido.

Pero poco le importa.

Ha descubierto el medio de pasar por la vida

sin hurgar en la llaga profunda de su ser.

Dedica todo el tiempo

-desde que sale el sol hasta su puesta-

a su huerto privado.

La noche la dedica

a consultar legajos

-que encontró en un desván de un piso abandonado-

sobre ciertos conceptos, muy antiguos sin duda,

de macroagricultura.

Quiere que el mundo ingiera,

sin tropezar con huesos,

sabrosas chirimoyas.

 

 

 

VARIACIONES A CUATRO TINTAS PARA VARIAR                                                                           

                        
Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Salobreña

Cuadernos literarios de Salobreña

Salobreña, 2004


“[…] Probablemente, y quizás de forma inconsciente, Alcalá haya iniciado a partir de aquí, el proceso de conversión de la poesía órfica, de base irracional, que había estado presente en sus primeros libros, a la poesía lógica, y a ratos discursiva, de su obra posterior. Puede afirmarse que esta nueva forma de concebir la práctica poética va a ser ya plena en su título más inmediato, Resquicios (2001), poemario que recibió el II Premio de Poesía “María Luisa García Sierra” 2000. Entre el conjunto de poemas que conforman el libro destaca el titulado “Poeta”, un texto que adelanta las líneas maestras de lo que va a ser las Variaciones que ahora comentamos y que no es sino una actualización del “beatus ille” horaciano. Al desencanto de los primeros versos, escritos en un registro absolutamente coloquial […], le sucede un irónico y espléndido final, […] Este tono irónico y desencantado desde el mismo título, será el que presida el último libro de Rafael Alcalá, Variaciones a cuatro tintas para variar. […]

En fin, un último libro en el que Rafael Alcalá parece haber abandonado completamente el hermetismo y los arcanos símbolos de sus primeras obras para acercarse, por el uso de un léxico semicoloquial, los muy escogidos recursos expresivos y la tematización del desencanto y la ironía, a la corriente realista de una parte de las últimas generaciones poéticas. Una evolución que cuenta, tal y como hemos ido viendo, con los precedentes de libros anteriores: Stellaria o Resquicios.”

Fragmento de “El sesgo poético de Rafael Alcalá. Acerca de Variaciones (a cuatro tintas) para variar”, de Antonio Aguilar. El Faro. Motril, 23 de abril de 2004.

 

 

 

EL PREGÓN SENTENCIOSO

 

 

Pregonaba de sí, de sus pasiones,

de su aflicción, agobio y desencanto

ante público dócil. ¡Cuánto llanto!,

rumiaron los despiertos. En sillones

 

angostos resoplaban los dormidos

de purísimo tedio funerario.

Cien minutos llevaba el temerario

disertador divino consumidos

 

sin que nadie -lo juro, pues lo he visto-

pudiera descifrar al pretencioso.

Mas decidió, por fin, de sus secretos

 

mostrar hasta los velos. ¡Yo soy Cristo!,

proclamó sin decoro. Y, cadencioso,

bendijo a los oyentes con sonetos.

 

 

 

CON REBOTE INCLUIDO

 

 

¡Mi esqueleto se pudre! ¿Será tarde

para tomar helado en Casa Mira?

Vértigo tengo; pulsaré la lira

que mi demonio guarda en la cobarde

 

oquedad de mis ojos. ¡Llega el frío!

Propongo un trueque a un alma generosa:

por un brasero ofrezco una baldosa

que a un gran duque robé por el estío

 

aquel que no recuerdo. Depresivo

me encuentro -¡como siempre!-. “¿Estás seguro

de haber tomado el valium?”. Me conmino

 

a no estar triste, sólo convulsivo

y taciturno. No, no valgo un duro;

pero todo me importa ya un comino.

 

Menos tú, palo de mar, pasión mía;

equinoccio de seda, amado islote…

Les ruego me dispensen el rebote.

 

 

 

ENTRE BASTIDORES

 

 

(A Titi)

 

 

Tan sólo un trozo de papel muy pálido,

sin orquesta que cubra mis errores,

sin público que aplauda los colores

con los que intento dar vida. No es cálido

 

tener la soledad por vestimenta

-¡tus lentejuelas brillan desde el palco!-,

y un lápiz en la mano, catafalco

donde a veces sepulto mi tormenta.

 

Aquí no existen focos que iluminen

mi habitación pequeña, ni el halago

que compense mi sórdido ejercicio.

 

No entiendo que tus ojos me fulminen.

Soy sólo el pobre pescador de un lago

del que jamás obtengo beneficio.

 

 

 

EL REPARTO

 

 

(Aproximación a una poética)

 

 

Acuden como moscas

-la inmensa mayoría son mosquitos enjutos,

ocurrentes y frágiles,

muy ebrios y alocados-

a consumir el resto del pastel

que nobles reposteros fabricaron un día

con ejemplar oficio y dignidad.

 

Con desusada gula se atragantan

cuando engullen

el trozo que les toca en el reparto.

 

Voraz -antes lo he dicho- es su apetito,

mas rara vez se sacian.

Y si alguien,

que no es de su rebaño,

a degustar el dulce se aproxima

-no importa que recurra a excelentes modales-,

ha de tener cuidado, 

pues con lacadas uñas 

arañarán su cuerpo

hasta verlo sangrar por los cuatro costados.

 

Controvertidos son esos seres volátiles

que,

incluso en el amor -en el físico, claro-

tienen serios problemas.

 

Pero vuelan muy alto -por encima

de las alcantarillas y de sus propias heces-

sin olvidar a quienes -¡y son muchos!-

se quedaron en tierra.

 

Y aun cuando el tiempo

les penetra las ingles y las sienes,

quedándose sin alas,

ojerosos, ventrudos, descompuestos…,

tan falsamente altivos se nos muestran,

que hasta la misma poesía -nos confirman-

las sandalias les ata.

 

 

 

BAZAR DE CIRCUNSTANCIAS                                                                 

                   

(Prólogo de Carmen Rodríguez Ávila)

Palabras Mayores – poesía

Editorial Alhulia

Salobreña, 2005

 

“Rafael Alcalá, en primera persona, acaba de confirmar que Bazar de circunstancias […] es el libro “con el que doy por concluida mi obra literaria”. Y lo hace, en efecto, con un conjunto de veintitrés poemas en los que cala desde el comienzo un lenguaje sencillo y familiar sobre el que opera una musicalidad que sigue siendo un hallazgo expresivo sabiamente y constantemente empleado. Sus versos –a veces heptasílabos con débiles asonancias y a veces asimétricos- dejan siempre una dicción lastrada con un sesgo de crítica a la irresponsabilidad humana y al egoísmo, una crítica detenida en describir personajes como el enemigo, el mundo –al que metaforiza en “la ciénaga”-, los usurpadores o poderosos, y junto a todos ellos muy diversos estados interiores como son la desconfianza, el pesimismo, el insomnio o la vejez […]

[…] Es este un poemario rico en anécdotas íntimas y volcado en la denuncia de muy variadas situaciones y circunstancias, entre las que se encuentran la insolidaridad, la ilusión equivocada del consumismo o el progreso insensible. El engreimiento y la falsedad de las apariencias están igualmente en su punto de mira, y sobre todo, hallamos por doquier hondas y curiosas reflexiones sobre la finitud humana. […]

Puede decirse que la riqueza temática que ha caracterizado toda la obra de Rafael Alcalá ha aflorado nuevamente en su último libro. […]

La poesía de Rafael Alcalá destaca por su tono sincero y su manera directa de transcribir cualquier clase de problemática vital. Y a esto ha de añadirse un estilo caracterizado por una correcta construcción sintáctica mantenida en todo el libro, publicado a sus sesenta y tres años.”

Fragmento de “Lírica despedida”, de Antonio Moreno Ayora. El Faro. Motril, 10 de marzo de 2006.

 

 

 

CARAMANCHÓN

 

 

Teníamos tanto miedo

a rasgar la penumbra solitaria

de aquella habitación

-en la cual afirmaban los mayores

que moraba en su espacio un alma desnutrida, 

en pena, desde luego, por tiempo inmemorial-, 

que a pesar de ofrecernos

tentadoras promesas:

varias papas de menta, 

o tres vasos de orange, por ejemplo,

no éramos capaces -¡nos faltaba el valor!-

de aproximarnos cerca del pomo de la puerta.

Demolieron la casa con el tiempo

y, con ella, la temerosa estancia

también se hizo añicos.

Pero diez días antes de que la excavadora

amputara sus muros,

entré en la antigua sala y comprobé de golpe

que al miedo absurdo aquel

no le faltaba lógica:

la verdad no se encuentra ahí afuera,

sino muy dentro de nosotros mismos.

 

 

 

CÓDIGO DE HONOR

 

 

Sí, a ti mismo, por ejemplo.

 

Un buen ramo de rosas

para el fiero enemigo,

con la intención tan sólo

de que mitigue en poco

el dolor que provoca

hacinar tanto odio

en su mente diabólica

sin motivo aparente.

Y si en cólera monta

-porque hay enemigos

que son inconformistas

y jamás dan la talla-,

regalémosle otro

que sea aún más bello,

más fragante, más fino.

Y si acaso tampoco

le complace el detalle, 

pongamos entre sus manos

un pesado revólver

con el tambor repleto

de munición muy dura.

Y abramos nuestro pecho

para facilitarle

no fallar el disparo.

Pero si no acertara

-porque su odio puede

destemplarle los nervios-

a quitarnos de en medio,

entonces, sólo entonces,

le daremos la espalda,

tacharemos su nombre

de la lista enemiga

-también de la memoria-,

y nos olvidaremos,

por el tiempo restante

que nos quede de vida,

de su absurda existencia.

 

 

 

CARENCIA



 

 Veamos…

Reconozco que ahora

no dispongo de un tema

que sea sugerente,

de actualidad rabiosa,

pueda sorprender, a mí en primer lugar,

y después al que llegue a escrutar cuanto dije,

un tanto masoquista, otro tanto curioso.

Pero sin tema,

por más que cubra espacio de papel

no ha de servir de nada.

Y sin embargo,

cada día suceden hechos espeluznantes,

para todos los gustos,

distinguidas señoras y señores.

Sin ir más lejos,

esta misma mañana he visto fallecer

-agudos estertores-

a Dios entre mis brazos.

Y sigo sin tener un tema trascendente

con que darle sentido a este viejo poema.

 

 

 

CIGUATANEJO

 

 

Dicen que está en un mar

que no tiene memoria.

Y llegar a sus playas

cuesta unos diez lustros

de angustia y sufrimiento

mientras pulsas tinieblas

en un rincón del miedo.

Pero existe quien salta

hasta el fin de sus fondos

sorteando las algas

perfumadas de muerte.

¿Qué importan ya los riesgos

si olvidaron los ojos

la caricia del sol

cuando se peina el alba,

o ya olvidó el tacto

la brisa marinera

que corre sin cadenas?

Tiene la libertad

un destino tan sólo

que se llama Equilibrio.

Y un lugar muy lejano

que está en Ciguatanejo.

 

 

 

THE END

 

 

No.

Estás equivocado. El título que has puesto

como final del libro es un gran despropósito.

El libro nunca acaba de contarnos su trama,

su historia, su aventura. El libro siempre ignora

el sabor de la muerte. Su eco nunca encuentra

acomodo en el tiempo. Por eso los bibliófilos

los llaman con frecuencia: “historias no acabadas”.

Los poemas nos dicen una parte tan sólo

de cuanto se concentra -un mar sin horizonte-

entre brumas y luces; pero jamás perfilan

el lado verdadero, definitivo y cierto

de la metaverdad, sensible y relativa.

Eso cuesta millones de años de existencia

y pensar lo impensable.

El poema transmite,

de distintas maneras, sólo combinaciones

de notas musicales para apenas rozar

la agreste melodía que a vivir nos invita.

No debería buscar título más propicio.

Que lo encuentre el lector -¡yo creo en los milagros!-

que es, al fin y al cabo,

quien lacra los susurros que entonan estos versos.

 

 

 

LIQUIDACIÓN POR CIERRE                                                                 

                     

Almud literario

Corona del Sur

Málaga, 2005

 

“En el breve poemario […] de Rafael Alcalá titulado […] Liquidación por cierre encontramos una miscelánea de estrofas (la de métrica más regular es el soneto) que el autor había publicado ya en diversos medios, por lo que (excluyendo alguno inédito) el conjunto puede considerarse una antología abreviada del autor malagueño, cuya obra lírica comenzó prácticamente en 1985 […]

La nota común de estos diecisiete poemas es que fueron escritos “ad hoc”, es decir, teniendo un objetivo muy concreto que abarca desde el comentario lírico de una fotografía de mujer (primer rótulo), en el que está consciente ya un particular uso metafórico, pasando por otro dedicado a un amigo hospitalizado (cuyo cariño y amistad pondera con la hipérbole) y refiriéndose igualmente al deseo de sentimiento compartido para superar la soledad […] En algún poema Rafael Alcalá hace gala de un agradable sentido del humor con el que trasciende, y a la vez banaliza, un pequeño contratiempo inesperado (véase “Un disloque con trote para una ninfa”), y en otros asoma su afición musical (no en vano en 1990 publicó De sorprendida música) entendida como un bálsamo necesario tras la dura jornada. […]

Con una dicción musical y un ritmo evidente, el poeta muestra su maestría tanto en la composición de sonetos como en el verso libre, que en ocasiones aprovecha la rima asonante (incluso la interior) para hacer de la musicalidad un hallazgo expresivo sabiamente y constantemente empleado.

La justificación de este título de Rafael Alcalá la da él mismo en sus palabras introductorias, cuando dice que este año 2005 “doy por finalizada mi actividad literaria”. Liquidación por cierre es, así, un breve poemario que suena a retiro lírico por voluntad del autor, quien finaliza su libro con un rótulo de la mayor explicitud: “Despedida y cierre”. El poeta opina que ha cumplido con su misión, y al reflexionar en el presente “que ajusta las traviesas desbastadas / del paso inexorable de los años”, llega a la conclusión con que mejor se explica y fundamenta Liquidación por cierre: “Ya clausuró su oferta el día prometido. / Por hacer nada queda, salvo fingir mesura / ante quien desconoce tu falsa identidad”.

Fragmento de “Lírica despedida”, de Antonio Moreno Ayora. El Faro. Motril, 10 de marzo de 2006.

 

 

 

LAURA SÁNCHEZ,

EN FOTOGRAFÍA RETROSPECTIVA

 

 

A Anle

 

Hay galaxias dispersas por la boca;

columnas de ternuras milenarias

sostienen sus cometas. Luminarias

estrellas por los ojos rolan. Loca,

 

la luna trepa por las venas; toca,

besa los versos de la sangre, y arias

de cósmicas gaviotas, visionarias,

adornan la garganta. Sí. Trastoca

 

el Universo todo tu sonrisa,

invierte su pureza la amargura

y no existe beldad más que en el aura

 

que por el marco baja hasta la brisa

del mar que ya se entrega… Y es locura

cantarte en la distante ausencia. ¡Laura!

 

 

 

CAUTIVO

 

 

A la familia Jiménez Madueño

 

 

¿De dónde vienes tú, peregrino,

que la escarcha se quiebra al contemplar

la pureza que irradia tu dolor?

 

¿De dónde, alma de Dios,

procede la ternura de tus pasos,

que hasta las piedras tiemblan de emoción

cuando cruzas los sedentarios puentes

y el azahar se nutre del candor de tus poros?

 

Trae la noche una brisa

de nieve dolorida,

de llanto oculto en el zaguán del alba,

de encendidas caléndulas…

 

Y traes por vestimenta

una túnica blanca, de ensimismada luz,

que mecen las palomas del Parque.

 

Y ahora,

cuando te marchas, insomne peregrino,

cuando desapareces hacia los extramuros

de la ciudad en penumbra

a tu casa de siempre,

se queda en la retina el fulgor de tu sombra

titilando en el tiempo

imborrable y sonoro.

Sí, Nazareno.

 

 

 

ÍNTIMO ACONTECIMIENTO

 

 

Has cruzado el ecuador, so canalla.

Happy birthday for… ¡No! De una gran mierda

las células se nutren ya. La cerda,

la vida, la de siempre, la batalla

 

te gana. Y tú sin darte cuenta. Vamos,

en la inopia; buscando en las alturas

al estro puto y lerdo. En las alburas

estás, memo y carroza. La cagamos:

 

el poema que nadie leerá.

Salvo tú, mamoncillo, en el retrete,

diez, cien veces, trescientas veintiuna…

 

¿Qué podemos hacer? En el membrete

de tu existencia inútil cagará

la poesía. ¡Y son cincuenta y una!

 

 

 

DESPEDIDA Y CIERRE

 

 

Ya clausuró su oferta el día prometido.

Por hacer nada queda, salvo fingir mesura

ante quien desconoce tu falsa identidad.

 

Otros recursos quedan:

intimar con la bella señorita

-la que jamás bosteza, ni guiña,

ni hace gestos descorteses-

de la inútil pantalla.

Es la mujer perfecta, te aseguro.

Y si te rechazara, caso poco probable,

hazte la cirugía -la del alma te digo-.

¿El suicidio? El suicidio es un arte;

no vales para eso. Hace falta valor,

refinamiento agudo, no padecer de ataxia…

No te lo recomiendo.

 

Contémplate por dentro durante quince años,

y si hallaras, por mor de algún milagro

un resto de prudencia,

al vacío consérvala, dentro del frigorífico.

 

Así soportarás la distorsión

que ajusta las traviesas desbastadas

del paso inexorable de los años.

 

 

 

UN TRANVÍA LLAMADO REVERSO                                                                               

                          

Colección La mano vegetal

Narrativa/V

Aula de Cultura de la Facultad de Filología

Universidad de Sevilla

Sevilla, 2005

 

[…] Son estas mismas las características que encontramos en muchos de los veintiún textos ─minicuentos o micro-relatos─ que componen Un tranvía llamado reverso (Sevilla, Vicedecanato de Extensión Cultural. Aula de Cultura de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla, 2004), último de los títulos publicado por Rafael Alcalá. La trayectoria de Alcalá no ha sido la habitual de la mayor parte de los poetas de su generación. Si el grueso de su producción pertenece fundamentalmente al género lírico, un género en el que ha ido evolucionando desde el simbolismo irracionalista al realismo crítico, una lectura atenta del conjunto de su obra nos hace advertir que algunos de sus títulos encierran un componente narrativo nada desdeñable. Es el caso de Stellaria (1999), un libro que resulta esencial en la obra de Alcalá porque en él comenzaba el giro hacia el triunfo del realismo de su obra posterior. En este poemario el poeta daba voz a un grupo de marginados sociales ─desde la prostituta al ludópata─, los cuales, cada uno a su manera, contaban la historia de su vida. Estos textos, que tienen mucho de denuncia, pero también de reflexión, están probablemente en el origen del nuevo género narrativo cultivado por Alcalá: el minicuento o micro-relato ─que como ambos subgéneros pueden leerse algunos de los veintiún textos que comentamos.

Porque denuncia y reflexión son los raíles sobre los que transita este tranvía postmoderno. La intención de los micro-relatos que componen el libro parece clara: dejar al descubierto ─sin juzgarla─ lo más oculto de la condición humana. La crueldad, el terror a la muerte o el miedo al otro que todos llevamos dentro, son los temas fundamentales que Rafael Alcalá acierta a tratar en estos textos. De algunos de ellos como en las fábulas, puede extraerse alguna enseñanza moral, es el caso de “Reverso” un minicuento que narra la historia de un hombre que se piensa enano, o el de “Atropello”, cuyo protagonista, como en las fábulas clásicas, es un animal.

Pero también en muchos de ellos lo fundamental es la reflexión, casi siempre pesimista o desesperanzada, acerca de la propia condición humana. En “El otro” se revitaliza el tópico de la lucha sostenida por el Bien y el Mal en las profundidades de todo hombre, y en “Sorteo” el clásico mito de Fausto. A veces estas reflexiones se tiñen de ironía y surge el humor negro, como en “Cacería”; otras, se esconden tras un acertado proceso de simbolización, tal y como sucede en el desconcertante y escueto “Vómito”.

Otros textos, abiertos a múltiples interpretaciones y más cercanos al micro-relato que al minicuento, toman un vuelo lírico ejemplar: el pájaro que protagoniza “Olvido” muere ante los ojos del narrador: “Su vida no fue más larga que el susurro de una leve ola al ser absorbida por la arena”.

Casi todos ellos tienen, sin embargo, algo en común: el efecto sorpresa del final. La historia no cobra verdadero sentido hasta casi el último párrafo, la última frase. Ello es evidente en “Aniversario”, “El portal” o “Retrospección”. Pero que nadie espere benevolencia, porque también casi todos ellos dejan al descubierto la más extendida “cualidad” humana: la crueldad gratuita.

Fragmento de: “La crueldad de los tranvías. Acerca de Un tranvía llamado reverso, de Rafael Alcalá”, de Antonio Aguilar. , Diario Málaga-Costa del Sol, Suplemento Papel Literario nº 560. Málaga, 15 de mayo de 2005.

 

 

 

REVERSO

 

 

Se había aficionado al cultivo de bonsáis como único refugio en el que poder mitigar la desazón que le producía ser un hombre bajito. Estaba tan convencido de su extremada pequeñez que, con excepción de los mínimos arbolitos, todo cuando le rodeaba (incluida Lady Pithu, su preciosa gatita de angora) le parecía de mayor altura que la suya.

Salía a la calle lo imprescindible, y todas sus energías (que eran escasas) centrábanse en cuidar con esmero a las enanas plantaciones que por doquier se repartían por la casa. Y les llegó a tomar tanto apego, que hasta les recitaba, durante el orto, con voz cálida y melodiosa, hermosos poemas de amor que él mismo componía cada noche. O bien les hablaba, inquiriéndoles por sus estados de ánimo, poniendo en su mente y en sus abultados labios las respuestas de las plantitas en un lenguaje que sólo él podía entender, pero con claros matices de una feminidad perfecta.

Un día, percatóse de que su dependencia por los bonsáis había tomado una dimensión verdaderamente insospechada, ya que si alguna vez éstos caían en desgracia, enfermando o, lo que aún podía ser peor, desapareciendo, él no soportaría ni su sufrimiento ni muchísimo menos su ausencia, por lo que, sin pensárselo dos veces, comenzó a sobrealimentar a los arbolitos con unos fertilizantes especialmente compuestos para él por un afamado ingeniero agrónomo japonés con el que jugaba, desde hacía muchos años, interminables partidas de ajedrez a través de frecuentes comunicaciones epistolares de carácter curiosísimo para cualquier profano en tan antiquísimo entretenimiento.

No se sabe aún con certeza por qué motivo, si por un error de cálculo del nipón en la composición de los abonos orgánicos, o porque nuestro pequeño hombre no interpretó debidamente las instrucciones, trastocando los intervalos de las dosis, que los árboles comenzaron a crecer desmesuradamente invadiendo toda la vivienda. En poco tiempo, enormes raíces y hojas colosales se apretujaban en la pequeña casa destruyendo, con furor incontenible, todo cuanto se interponía en su camino.

Ocurrió semanas más tarde, cuando una vecina, extrañada de que el hombrecillo no había sido visto por ella durante los últimos veinte días, que, temiendo lo peor, avisó al cuerpo de bomberos y a la policía del estado.

Cuando derribaron la puerta, apareció sobre una descomunal alfombra de hojas, troncos y raíces secas, el cadáver, en avanzado estado de descomposición, de un gigantesco hombre de más de tres metros de altura.

 

 

 

LA ESPIRAL

 

 

Cierto día, precisamente cuando comenzaba a sentirse hastiada de vegetar en la zona oscura del cerebro sin llevar a cabo más actividad que la de acumular frustradas esperanzas por hacerse tangible, advirtió que era víctima de un voraz apetito. Se asomó a los estanques lúcidos de la mente del receptor y comprobó que aquello que por primera vez le ocurría carecía de toda lógica: la imagen que la acuosidad cerebral le devolvía no era, precisamente, la de un ser que se dedicara a la trivial ocupación de la gula. Su condición de animal peligroso tenía que ofrecer la misma forma que ahora se proyectaba ante sus ojos fríos y diminutos: una complexión esquelética, carente del elemento magro. Mas, ni este razonamiento, ni tan siquiera el que correspondía a su dignidad, le impidió soslayar el instinto perseverante, recién despierto, del hambre.

Un zoólogo le hubiera diagnosticado que su mal obedecía a una rebelión del mundo subconsciente o a un conflicto en el sistema neurovegetativo debido, quizás, a la larga espera soportada por verse libre de su eventual prisión, ya que todas las formas que como ella ocupaban gran parte del entramado habitáculo, se liberaban por la noche, y otras, nuevas y fragantes, se iban filtrando por el cancel en vigilia de los sentidos. Sin embargo, ella, hasta este momento, se mantenía enclaustrada muy a su pesar. No es extraño que, sometida a una depresión tan profunda, se olvidara de sus raíces genéticas y le diera rienda suelta a su voracidad, derramándose a su albedrío por toda la fisiología del portador.

Un día, succionaba bilis del hígado; otro, se acercaba hasta el páncreas y se alimentaba durante horas de la hormona insulina; de los riñones, en bastantes ocasiones, libaba los desechos del plasma… No había recoveco, tejido, nervio, víscera, hueso, vena o célula por donde no picoteara sin saciar jamás su desenfrenada apetencia, de forma que, mientras ella engordaba desmesuradamente, el receptor adelgazaba a ritmo vertiginoso.

No hubo de transcurrir mucho tiempo antes de que el animal adquiriera una dimensión tan desproporcionada que invadía la masa encefálica del poseído.

Ahora, un estilizado cuerpo humano regido por un sueño irrealizado con forma de araña, teje la espiral de un nuevo y sorprendente orden estético.

 

 

 

EL OTRO

 

 

Se repetía continuamente que no estaba loco, que su ingreso en la clínica para enfermos mentales se debía a un tejemaneje urdido entre su pérfida familia y los psiquiatras al objeto de repartirse su cuantiosa fortuna.

Aun estando seguro de su cordura, observaba concienzudamente las extravagancias y los sinsentidos que se producían en el comportamiento de los internos. Hablaba con ellos y comprobaba que sus respuestas no eran lógicas; que sus frases no estaban hilvanadas; que pasaban de la euforia a la depresión, de la locuacidad al silencio más absoluto, de la serenidad a la agitación, del pacifismo a la violencia… Además, él no hablaba en voz alta en solitario, solucionaba con gran rapidez los crucigramas que caían en sus manos; y leía y captaba con prontitud el significado de la lectura. No era violento, ni indiferente, ni abúlico… Nada le unía a aquellos alienados, babeantes, impúdicos, agresivos o desesperadamente charlatanes seres con los que pacientemente se veía obligado a convivir. Sí, él era normal; una víctima de la depravación y del egoísmo humano. Con todo, tenía la esperanza de algún día poder demostrar no sólo que era un hombre sano psíquica y físicamente, sino denunciar y poner bajo el peso de la justicia a quienes formaban parte del complot.

Por el momento, su atención se centraba en mostrarse (lo que no le suponía el más mínimo esfuerzo) con absoluta calma y espíritu disciplinado. Así, al menos, obtendría el beneplácito del director del centro, permitiéndole que no fuera fuertemente atado a los barrotes de la cama, ciñendo la camisa de fuerza, durante las noches de plenilunio.

 

 

 

LAS OTRAS CARAS DE LA MONEDA

(MICRORRELATOS)                                                                

                    

Viñeta de portada: Natoli Pinazo

Amazon-KDP, 2018

 

Todo escritor tiende a plantearse qué hay tras la realidad más evidente, qué tras las cara o las caras de una moneda, esa realidad oculta, imaginativa, diferente. Rafael Alcalá (Málaga, 1943), autor de una veintena de libros de poesía (Premio Barro 1992, entre otros), narrativa, ensayo e investigación, publica Las otras caras de la moneda, conjunto de microrrelatos, tan de moda.

Se abre con una cita anónima: “Nada es lo que parece, sino lo que es”, de potente sugerencia. Son cuarenta y un cuentos breves (entre una y tres páginas) en los que aborda variados temas la crítica al conductismo de la social actual, a este mundo “inhabitado y cruel”, la necesidad del amor y la necedad de no valorarlo (en “El sabio”), el afán de autodestrucción del hombre (en “El mosquito”), etc.

Para desarrollarlos se sirve de personajes de distinto calado y condición, sin faltar algún muerto que revive (en “El cadáver”), y hasta veremos el “suicidio” de un ordenador (en “El ordenador”). Desde su posición de narrador omnisciente, con sencillez de estilo, sin pretensiones, combina un tono más serio y crítico con otro igualmente de denuncia pero con más humor, como ocurre en el interesante “El ángel”, aunque acabe de forma tan dramática. Esa mezcla de tonos es uno de los logros del libro, donde hallaremos expresiones que nos harán meditar: “Pues jamás hemos conocido el camino ni hemos sabido encontrarlo. Y es que, verdaderamente, los cuervos no pueden bailar con las piedras”, dice, por ejemplo, en “El mosquito” (p. 16).

Vuelve con esta obra a la edición Rafael Alcalá, prolongando una dilatada carrera que ocupa diversos géneros y ha recibido variados reconocimientos. Otras veces ha tomado un punto de visto más realista, crítico asimismo, y esta vez ha optado por buscar más allá de lo aparente.

“Las mil caras de la vida”, de José Cenizo Jiménez. LUZ CULTURAL,  Magazine de información cultural 2019

 

 

 

EL CUADRO

 

 

Estaba en el museo de arte contemporáneo de Falónido (Aritmia del Sur). Y de pronto llamó poderosamente su atención un cuadro de no muy grandes dimensiones. El contenido de la obra era el retrato de una mujer de medio cuerpo, de tez muy blanca, casi enfermiza, y ojos intensamente fríos, que miraba de frente con expresión muy seria. El fondo estaba constituido por hojas de laurel muy rojas y huecos verdosos. La mujer no portaba ninguna joya ni en las orejas ni en el pecho, y su pelo era canoso, recogido, con una raya en medio. Una blusa blanca cubría su torso dejando ver parte de sus pechos a través de un escote.

Heriberto de la Ganzúa se plantó delante del lienzo, y dijo en voz un tanto alta: “¿Quién sería esta señora?” No había cartel alguno que indicara el nombre del pintor ni del cuadro y demás detalles. Nada más terminar de pronunciar la frase una voz muy serena y cadenciosa sonó en la sala de forma audible: “Yo soy el cuadro”. A Heriberto de la Ganzúa casi le da un soponcio al comprobar que la voz brotó de los labios de la mujer retratada. El pulso de Heriberto ascendió a ciento setenta y notó que el cuerpo perdía la verticalidad. Transcurridos unos angustiosos minutos se pudo reponer, a trancas y barrancas del trance, y armado de valor, aunque sintiéndose algo idiota, le preguntó a la mujer del lienzo que quién era, mientras se decía para sí que debía de estar completamente alienado hablando con un cuadro. La mujer sonrió levemente y le respondió: “Yo no soy nadie. Formo parte del cuadro; soy el cuadro y nada más”. Heriberto, sin salir de su asombro, volvió a preguntarle: “¿Pero cómo tiene usted la facultad de hablar?”. “Hablo, pienso, veo, razono, todo lo que un ser humano como usted pueda hacer. Tenga en cuenta, señor, que 495 años dan para mucho.” El espectador le respondió que no creía lo que estaba ocurriendo, que todo era producto de una alucinación. La mujer arguyó: “¿Pero es que se atreve usted a no creerme?”. A lo que nuestro amigo le respondió: “En absoluto, señora mía, en absoluto. Pero esto que me está ocurriendo es una quimera, una ilusión, un embrujamiento quizá…” Acto seguido se escucharon dos disparos que retumbaron en todo el museo. El director del mismo que se encontraba en su despacho y todos los empleados se presentaron en la sala. Estupefactos, vieron a un hombre muerto. Tenía el impacto de un tiro en el corazón y otro más en el entrecejo, así como un gran charco de sangre comenzaba a rodear el cadáver. La policía jamás puedo encontrar al asesino de Heriberto. Nadie reparó en que en el suelo, introducido en el estrecho hueco del rodapié, había un pequeño letrero en el que constaba: “La gran asesina de Boston”. Jean de Asker. Óleo sobre tabla, 1521.

 

 

 

EL PANTALÓN VAQUERO

 

 

La buena mujer, doña María Terruguillo, volvió a casa feliz y contenta. Su única hija, Emelinda, cumplía ese día quince primaveras. Rápidamente, la mujer cogió aguja e hilo, y fijándose en una revista prestigiosa de moda -Fashion Luck-, y haciéndose de unas tijeras de costura, comenzó a despedazar el vaquero fijándose en que quedara igual al que se veía en la famosa revista. Una vez finalizados los cortes convenientes, doña María empaquetó debidamente los pantalones con un bonito papel de regalo. Nada más llegar la hijita, la mujer, toda feliz y sonriente, le presentó en sus brazos el paquete. Emelinda, loca de alegría, pues suponía de qué se trataba, abrió el envoltorio a toda prisa, pero, ¡oh, tristeza!, la nena, al comprobar los vaqueros comenzó a llorar desconsoladamente alternando su llanto con aterradores ataques de furia. La madre no comprendía qué ocurría. Quiso consolarla acariciándola, pero la nenita de un manotazo le apartó la mano. Se fue a la cocina, tomó un gran cuchillo de cocina, y se lo clavó repetidamente en el pecho mientras su madre, aterrada, intentaba tapar con sus manos las enormes heridas por las que brotaban enormes chorros de sangre. La madre se acercó a la nena y le preguntó: “Hija mía, ¿por qué has hecho esa barbaridad?”. A lo que la infanta le respondió con voz queda: “Yo soñaba con un vaquero de la marca Light Shushi, con sus cortes realizados por el modisto Louis de la Tromba, y tú me has traído una asquerosa réplica…”. Acto seguido, Emelinda emitió su postrer suspiro de vida mientras la madre lloraba desconsoladamente. Doña María falleció un mes más tarde en el centro psiquiátrico Arcos de la Cabeza.

 

 

 

DE LA VOZ INTERNA DE JUANA                                                               

                     

Viñeta de portada: Natoli Pinazo

Amazon-KDP, 2020

 

[…] Rafael Alcalá, poeta de soledades, que cual Tenorio aguerrido a los palacios subió y a las cabañas bajó, buscando siempre el latido fiel de peregrinos de la historia, no dejando como el Tenorio “memoria amarga”, sino una dilatada producción poética en la que bucea a conciencia en el misterio profundo del hombre, ese que se identifica con la tragedia, con el gozo, con la lucha, el sufrimiento y la espera.

Y se encontró con Dª. Juana y, como Petrarca con Laura de Noves, con permiso siempre de esa paloma que “de torre en torre  los días en que la lluvia rompe el silencio del horizonte”, vuela y vuela y vuela… centró su atención, se encandiló, recogió datos y datos, en concienzudo estudio del personaje, dispuesto a descubrir entre las líneas de la historia: la feminidad, la bondad, el suspiro, el anhelo, la pasión, el amor, la lágrima, la fe, el grito, la desesperación, la esperanza, la ternura, la misericordia, la redención…; en definitiva la grandeza de alma de una mujer impresionante, aherrojada por los que más debían haberla querido y protegido, con una voz interna, que Alcalá escucha y transforma en un poemario precioso, intenso, vivo y sangrante, por su realismo.

Y otra percepción personal a la lectura reposada y serena del poemario que comentamos. Quien se adentra en las honduras del alma de esta mujer, quien escucha la voz interna de Juana, que Alcalá transmite con experimentada maestría, queda como el autor encandilado, absorto, ¿enamorado?, por el personaje, que tantas veces ha sido desfigurado, roto, desdibujado, injustamente tratado y representado por brutos e ignorantes. Si alguien cree que la reina Dª. Juana I de España alguna vez estuvo “loca”, acérquese con seriedad a estos versos y sepan leer en ellos la cordura y sensatez de una mujer cuyo único motor existencial era el amor y por él dio la vida, soportando los barrotes injustos de una cárcel en la que fue encerrada por aquellos que, debiendo haberla amado y respetado por su valor y dignidad, la utilizaron para su propio interés, robándole para la historia su verdadero rostro e integridad.

Por todo ello nos atrevimos a definir esta obra como “intra-historia” del alma de una mujer como Dª. Juana, reconociendo aquello del de Hipona de que la historia es presente y Rafael Alcalá ha sabido con mano diestra escuchar y aprehender la voz y los latidos del personaje. Ciertamente, una obra de arte del poeta.

Fragmento de: “Recensión. ALCALÁ, Rafael, De la voz interna de Juana”, de fray Jesús Miguel Benítez, OSA. Sur, Revista literaria, nº 16. Primavera, 2021

 

 

 

1

 

 

En Tordesillas,

a principios de marzo de 1509,

aspiro el humo oscuro

del tiempo desmayado

sobre mi forma estéril.

No siento crepitar mi corazón

en la cegada piedra del silencio.

¿Hacia dónde dirijo mis pasos en la noche

siempre eterna?

¿Hacia el alba?

¡No!

¡No hay amaneceres luminosos!

Por las almenas sólo se adentra oscuridad.

Los soldados de guardia son estatuas de hielo.

No tengo corazón, tengo memoria

que se acerca despacio hasta mi cama,

al tiempo

que suena la campana más alta de la torre

tañendo, acompasada,

un profundo sonido de tristeza.

 

 

 

6

 

 

En Lille nuestros ojos se conocen.

Durante un breve tiempo

estamos observando,

despacio, nuestros cuerpos,

como si no existiera otra cosa terrena

que admirar;

como si todos los mares del mundo

se hubieran agostado

bajo nuestro fervor,

y tan sólo nosotros

quedáramos atados por estrellas

en un confín del mundo.

En éxtasis se convierte mi furia,

mi ansiedad, en delirio,

en júbilo, mi enojo.

 

Vuela mi corazón como un potro de fuego:

su mirada posee

la misma vehemencia que la mía.

Sin duda somos el envés del orbe,

allí donde se graba en nuestras carnes

el deseo furtivo de todas las mareas.

Y sabemos, sin duda,

con total evidencia

que, sin habernos dado la palabra,

viviremos sin miedo y sin descanso

la ilimitada magia del placer.

 

 

 

12

 

 

El Archiduque y yo,

en la bella catedral toledana,

un veintisiete de mayo de un año

que no recuerdo bien. ¡Domingo luminoso!

Mis padres se colocan en lugar prominente.

El alto clero y la nobleza grande

abarrotan el templo.

Cisneros, arzobispo de Toledo,

dice misa

que resulta tediosa para mí.

Más tarde da comienzo

la farsa de rigor inaguantable:

el pleito homenaje,

la mano diestra

sobre una cruz muy bella

y los santos Sagrados Evangelios.

Después, parte del séquito asistente

nos saluda con cierta cortedad.

Procedemos al noble acatamiento

a nuestros padres los Reyes, besándoles

las manos y abrazándonos.

De esa forma consigo convertirme

en lo que rechacé toda mi vida:

ser heredera del Reino de España.

Desde entonces, Felipe, desecha su repudio

hacia su esposa Juana. Aunque yo me percato

que su fingido afecto se mantendrá muy poco,

como así acontece. Felipe ya posee

lo que, desde que tuvo uso de razón, siempre

quiso alcanzar:

ser el hombre

con más dominio regio de su tiempo.

El cetro del poder ya reluce en su mano.

Y yo descenderé al infierno más duro

de la vida terrena, hasta que mis retinas

se vacíen de todo lo vivido.

¡Tiene la muerte, en fin, esa ventaja!

 

 

 

44

 

 

Ha llegado mi hora, la hora del silencio.

No escucho los sonidos de las aguas cayendo

sobre cántaros viejos, asidos por mujeres

de pieles sarmentosas y ojos entreabiertos

que ya lo han visto todo, y saben que la vida

es un soplo de tiempo que en soledad compartes,

pues solas han venido y volverán lo mismo.

Mis ojos ven muy poco, apenas unas sombras;

no sé si son mis hijos o mis nietos.

No entiendo sus palabras. Llegan como un susurro

de tierra a la deriva. Se me nubla la vista,

sólo la oscuridad se acerca hasta mis sienes.

No tengo escapatoria, pero nada me importa.

Sé cuál es mi destino y quién allí me aguarda.

Por equipaje llevo un dolor muy profundo

que se irá disipando a medida que cruce

la laguna del fin. Creo que estoy comenzando

a ser feliz del todo, pues el Dios que he negado

me acogerá dispuesta con mi mejor vestido:

el de la paz eterna que me darán sus ojos

al vernos frente a frente, sin darle nada a cambio.





 FICCIONARIO DE LA MADRUGADA

                                                                           



 

Amazon-KDP, 2021

 

 

El Ficcionario de madrugada de Rafael Alcalá es un magnífico libro: sus textos pequeños esconden y exhiben una grandeza: siendo mini cuentos son algo más: son jirones de vida, potente testimonio de la existencia. En cada una de estas viñetas, en pocas líneas se compendia una vida. Los finales (como el fin de la vida misma) son inesperados, sorpresivos, irónicos, cáusticos, poéticos, risueños, tiernos, dolorosos... Todo el abanico del arcoíris en la paleta de este gran escritor que estallan como un cohete en un segundo deslumbrante.

[…]

Estos relatos que tanta añoranza nos dejan no son el viaje: son la crónica del viaje. En ellos el lector descubrirá que el alba es sólo el final del atardecer.

(De Ficcionario, al atardecer, Dante Medina. Guadalajara, México)

 

4

La gaviota, desde su atalaya, divisó un hermoso pez limón. Se tiró en picado para apresarlo y se percató de que todo fue un espejismo. Desde entonces, se volvió vegetariana.

 

 11

A Sir Antonhy Brikman the Lot le fue servido el té a las cinco en punto, justo cuando en otra parte del mundo salía, brioso, por la puerta de toriles, el primer toro de la tarde, bragado, para más señas. 

 

30

Entró en la taberna y pidió un vaso de Pedro Ximén. Acto seguido, cayó en redondo al suelo. Acudió la ambulancia. Un cliente preguntó al médico, y éste le dijo: “No se preocupe, los marcianos no soportan estos mostos”.


 54

Todo hubiera sido más fácil si los previsores del futuro hubieran construido un funicular en la edificación; así, Kafka hubiera finalizado del todo su “Castillo” y quizá hubiera fallecido más feliz, si es que la felicidad puede acompañar a la muerte. O quizá sí, al menos en algunos casos que he presenciado.





POR EL QUICIO DEL VIENTO

 

Amazon-KDP, 2022

 

 

Rafael Alcalá (Málaga, 1943), autor de más de veinte libros de poesía (Premio Barro 1992, entre otros), narrativa, ensayo e investigación, publicó  Las otras caras de la moneda, conjunto de microrrelatos, hace poco, que se abría con una cita anónima: “Nada es lo que parece, sino lo que es”. Mientras otras veces había optado por un enfoque más realista, crítico asimismo, ahora buscaba más allá de lo aparente.

 

Y en esa línea hay que situar su último libro, Por el quicio del viento, que se lee literalmente de un tirón porque en sus cincuenta y siete páginas hay setenta enunciados, a modo de greguerías, que ocupan cada una de ellas una sola línea, un reto del escritor, que no sitúa los puntos finales como queriendo darnos a entender una continuidad sugerente.

 

[…]

 

Atractiva mezcla de temas, de recursos y de enfoques para dejar patente la búsqueda del fondo de las cosas. Libro donde lo breve, si bueno, que lo es, ya se sabe…

 

 

(De LO BREVE SI BUENO…, José Cenizo Jiménez, diariodigital.org 31-mayo-2022)

 

 

 

 

1

 Las secuoyas son las primeras criaturas que peinan el alba

 

 

2

 Rechazó un trabajo multimillonario. En Siberia no hacían churros

 

 

6

 El final de la ola es el epifonema de un gran poema

 

 

12

 La araña padecía de un frío intenso; tejió un grueso jersey y fue feliz

 

 

16

 El corazón no tiene nada que ver con el amor, sino con la fontanería

 

 

27

 Han sido detenidos los círculos y los cuadrados por escándalo y agresiones

 

 

43

 Estalló la nave estelar Enterprise. Rió el niño y guardó canuto y almecinas

 

 

48

 El alpinista consiguió su mejor corte de pelo. Un águila rozó su cabeza

 

 

69

 El final de un libro no existe; se prolonga hasta un suspiro muy profundo

 




OTRAS OBRAS

 

 

 

PRONTUARIO COFRADE



Málaga legendaria 14-1

Corona del Sur

Málaga, 1997

 


[…] De ahí la importancia de este libro que recopila y reúne lo tradicional, antiguo y moderno, de hechos tan singulares como supone nuestra Semana Santa y nuestras Cofradías.

Casi pared con pared, la Semana Santa andaluza, posee las peculiaridades de cada sitio, de cada lugar, de cada región. En este caso, el Prontuario cofrade abarca más de mil quinientas voces, definiciones e historia […] Por eso, con sumo gusto, hacemos referencia a esta obra de Rafael Alcalá y Francisco Peralto que enriquece, al fin, la bibliografía de la Semana Santa andaluza.

Fragmento de “Prontuario cofrade”, de Antonio Hermosilla Molina. Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 461. Sevilla, julio 1997

 

 

 

TRANSITO DEL PINTOR PEPE ESPAÑA,

                  

Biblioteca General Corona del Sur

Málaga, 1998

 

No hay mejor regalo que la mirada de un amigo. Rafael Alcalá nos entrega un conjunto de fugaces apuntes poéticos, a modo de intenso diario, de un periodo de su amigo y paisano, el pintor Pepe España, donde de la mano del autor recorremos un periplo, años decisivos sin duda, de un pintor que nunca olvida sus orígenes, el mar de su infancia, el salitre que impregna sus recuerdos más inocentes. Málaga, Madrid, Cuenca, y finalmente, Latringgen, siempre con dos referencias vitales que dejaron huella en el artista, su Málaga del alma y Cuenca, cuna y paraíso de tantos pintores y escritores (como una especie de Tánger nacional, de protectorado bohemio en medio de la grisura ambiente de la época) que hallaron allí su particular edén o refugio a mediados de los cincuenta y sesenta del pasado siglo. De hecho, es significativo el posterior vínculo que el pintor establece entre Berna y Cuenca, como dos caras de la misma moneda. Cuenca y su ambiente particular determinan una búsqueda que acabará en la ciudad suiza, como si el círculo se cerrara tras larga e intensa búsqueda.

De la mano de Rafael Alcalá asistimos a los avances de un itinerario vital, al menos de una parte significativa, donde el afán y la vocación acaban encontrando su merecida recompensa. Vivir para pintar y ganarse la vida con la pintura, doble sueño convertido en cotidiana realidad, la aspiración de muchos artistas. ¡Y Pepe España la consiguió! Y no sólo en Suiza, sino en otros países: Alemania, Francia, Estados Unidos…

Resaltar la facilidad con que Rafael nos va situando en los variados e interesantes peldaños de la vida del artista, recalcando con toques poéticos su devenir pictórico, su lucha por cumplir su aspiración vital, como privilegiados espectadores, gracias a una prosa ajustada, llena de matices y de ricos hallazgos, que nos permiten, desde esa exclusiva primera fila que facilita la literatura, asistir a los sucesivos éxitos, profesionales y personales, de un paisano tan ilustre: Pepe España, que desgraciadamente abandonó este mundo el 27 de diciembre de 2007.

 

Sobre el Tránsito del pintor Pepe España, de Rafael Alcalá, de Manuel Varo. Mayo, 2021




FRANCISCO PERALTO: FERVOR EN LA PALABRA

 

              

Puente de la Aurora, libro extraordinario

Málaga, 1999

 

 

“El tercero de los libros que ha venido a enriquecer la bibliografía sobre el escritor y maestro impresor malagueño es el de Rafael Alcalá Francisco Peralto fervor en la palabra […] Rafael Alcalá nos introduce en la biografía de Francisco Peralto con rigor, amenidad y hondura; mostrándonos fundamentalmente aquellos aspectos humanos determinantes en la vida y la personalidad del escritor, desde la posición de privilegio que concede la amistad y el conocimiento fidedigno […] Una cuidada selección de la poesía publicada por el poeta entre 1968 y 1998, constituye el segundo ciclo de este volumen coordinado por Rafael Alcalá, que se cierra con una extensa bibliografía de sobre el escritor malagueño.

Fragmento de “Fervores de Peralto”, de José Antonio Sáez. Revista cultural Turia, nº 50. Teruel, octubre 1999.